Ubicado en el distrito de Megantoni, Cusco, el Proyecto Camisea enfrenta el desafío de operar en una de las regiones con mayor biodiversidad del mundo. Desde su concepción, en el 2000, el cuidado del entorno natural ha sido una prioridad para el proyecto, buscando minimizar su impacto sobre el ecosistema.
Uno de los principales retos ha sido garantizar que la operación no comprometa hábitats críticos, tarea que ha exigido una gestión ambiental innovadora. Inicialmente, se llevaron a cabo estudios de línea base para identificar las condiciones ecológicas y establecer medidas de mitigación. Pero, estas estrategias han evolucionado con el tiempo, adoptando tecnologías de vanguardia.
Entre esas herramientas se encuentran las cámaras trampa, empleadas desde el 2013 para monitorear mamíferos terrestres y, desde el 2024, a la fauna arbórea, como los primates. Asimismo, el ADN ambiental y la bioacústica han permitido registrar especies nunca antes documentadas, como el delfín rosado y las ranas de cristal. Además, un sistema de alertas tempranas con imágenes satelitales detecta cambios en el uso del territorio a nivel regional con alta precisión, ayudando a identificar actividades como la deforestación.
La implementación de estas tecnologías ha sido clave. Se han identificado más de 3,000 especies de flora y fauna, incluidas 11 en categorías de conservación. También se han emitido reportes trimestrales que alertan sobre cambios en el ecosistema, contribuyendo a la toma de decisiones para proteger áreas sensibles.
El programa, además, involucra a comunidades locales, capacitándolas como coinvestigadores y fortaleciendo su rol en la gestión sostenible del territorio.
A través del portal del Programa de Monitoreo de la Biodiversidad de Camisea se divulga, también, información histórica y actual sobre los resultados del programa. Con más de dos décadas de esfuerzos constantes, Camisea demuestra que es posible combinar desarrollo energético y cuidado ambiental en un equilibrio sostenible.