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La leyenda de los duendes mineros

En la minería peruana también se encuentran mitos y personajes fantásticos. Aquí presentamos a algunos de ellos.

Alrededor del arduo trabajo en las minas peruanas se han gestado por años historias y mitos donde un pequeño ser misterioso aparece para ayudar a los mineros a descubrir el preciado mineral o para conducirlos hacia la tragedia.

Javier Zapata Innocenzi, autor del libro Seres Mágicos del Perú, dice que en la minería se pueden conocer historias relacionadas con tres tipos de duendes: el muqui (en prácticamente todos los Andes), el chinchilico (en la sierra sur y sur occidental) y el anchancho (en el Altiplano). Aunque en algunas historias se suele nombrarlos como si fueran el mismo personaje, cada uno de ellos tiene su propio misterio.

El Muqui

En las creencias populares el muqui o muki es un enano de piel blanca, de cuerpo robusto, piernas torcidas, y que carga herramientas de oro. Usa un casco con cuernos para perforar las rocas y viste poncho o uniforme. Le gusta curiosear el trabajo de los mineros. Tiene la habilidad de esconderse en las galerías y suele aprovechar el menor descuido para gastar bromas, esconder herramientas o provocar accidentes en los socavones. Con una ofrenda de hojas de coca, cigarros y aguardientes se le puede pedir permiso para entrar a la mina. Y también realizar un ritual colectivo para solicitarle un año de gran producción.

En su libro El muki y otros personajes fabulosos, la escritora y periodista Alfonsina Barrionuevo dice que la presencia del muqui creció durante la Colonia, cuando los indios eran obligados a trabajar en las minas, y entonces allí el muqui mostraba su desagrado por venir a quitarle sus riquezas. Su nombre provendría de un vocablo quechua que hace referencia a la asfixia, por ser uno de los males que se podía encontrar durante el arduo trabajo minero de aquel entonces.

Se piensa que el muqui, llamado también “el arrierito”, puede reconocer a las buenas personas. Si un minero es de su agrado, lo alerta de los peligros y lo conduce hacia las vetas o le da pistas para extraer el mineral.

También es un negociante de polendas. Se puede comerciar con este duende para que, luego del trabajo, el minero le entregue un porcentaje de todo lo encontrado. En cambio, las malas personas son echadas de la mina o guiadas a un terrible destino.

El Chinchilico

En diversas historias, el chinchilico busca a los hombres de las minas para apostar algunas monedas o sus implementos de trabajo. Si se le invita alcohol se siente a gusto y, en medio del brindis, puede ofrecer a los mineros el camino hacia las vetas de oro; mientras observa qué tan codiciosos son. Pueden hasta acordar repartirse lo que encuentren, pero si el minero incumple el pacto, el chinchilico cobrará venganza. Otros relatos dicen que es posible ahuyentar al chinchilico azotando un cinturón o aventándole un manojo de llaves. Pero es mejor no intentar atraparlo.

El Anchancho

El anchancho es un personaje de la cultura aymara del que se tienen referencias tanto en la zona sur del Perú como en Bolivia. En el país altiplánico no es una figura que solo se relacione con las minas, ya que también puede aparecer en caminos agrestes o zonas de cultivos. En el imaginario popular es pequeño y obeso, y se cree que trae enfermedades y desgracias. Se le emparienta con el Ekeko y en algunas versiones populares se hace referencia a un monstruo que habita el lago Titicaca como Q’ota anchancho.

*Con la colaboración de Javier Zapata Innocenzi (Editorialmalabares.com)