La realidad de la producción de cobre a nivel mundial muestra que el Perú tiene que promover más sus proyectos de este metal para alcanzar a Chile. En el 2022 el país sureño produjo 5.8 millones de toneladas finas de cobre, mientras que la del Perú fue de 2.3 millones. Sin embargo, esa situación podría cambiar en esta misma década.
Proyecciones y liderazgo
El cobre es el metal del futuro y su producción global ha ido en ascenso en los últimos años. Desde el 2016 se producen anualmente unos 20 millones de toneladas, 25% más que la cantidad registrada en el 2006, según la web Statista. Y si bien Chile y Perú son los líderes, con un 40% de la producción global, la estrella en este mercado es la República Democrática del Congo, que empató con el Perú en el 2022 como segundo productor mundial, cuando hace solo siete años producía la tercera parte.
“El cobre es el metal que tiene el uso más intensivo para desarrollar todas las tecnologías asociadas a las energías renovables, todo lo que tiene que ver con la energía eólica y solar. Hoy el cobre, junto a otros minerales como el litio, el níquel, el zinc, el cobalto y las tierras raras, son los llamados minerales críticos. Pero de todos ellos el cobre es de lejos el más importante. Y va a seguir reinando”, comenta Benjamín Quijandría, director ejecutivo de SAMMI Clúster Minero Andino, organización dedicada a desarrollar un ecosistema de innovación y emprendimiento que impulse redes de colaboración entre empresas mineras, proveedores, academia y el Estado.
Según estadísticas de la Comisión Chilena del Cobre, Chile produjo en el 2022 unos 5.3 millones de toneladas de cobre y tiene proyecciones de seguir creciendo. Al 2025, planean superar los 6 millones de toneladas y llegar a 6.5 en el 2030. “Pero, a pesar de esa distancia, en el Perú tenemos la opción de acercarnos bastante”, comenta Quijandría. El año pasado el Perú, según el Ministerio de Energía y Minas, produjo 2.4 millones de toneladas. “Pero con la entrada en operación de algunos proyectos y algunas ampliaciones, el Perú podría estar en el 2026 en 2.8 millones de toneladas. Y, de acuerdo con el portafolio de proyectos que tenemos, entre los años 2027 y 2030 hay cerca de 10 proyectos que podrían entrar en operación y el Perú podría llegar a los 5 millones de toneladas” pronostica.
Leandro García, gerente general de Compañía de Minas Buenaventura, también es optimista. “Si sumamos todos los proyectos del norte con Conga, Tía María, La Granja y los futuros que se vienen, podemos acercarnos mucho y quizás pasar a Chile, sería un hito para la minería del Perú”.
Miguel Cardozo, director del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú y presidente del Comité Organizador del próximo Perumin 36 coincide con este optimismo. “Si nuestros proyectos salen tal como debiera ser y pudiéramos avanzar en los próximos 8 o 10 años, el Perú va a duplicar su producción y Chile se va a mantener o se va a reducir, porque ellos [tienen] un tiempo más largo en la explotación de sus minas y a mayor profundidad”, asegura.
Competencia y cooperación
Que Chile y el Perú compiten en la región no hay duda. La última mirada al ranking Fraser así lo confirma. Pero también resulta interesante saber que hay una perspectiva de cooperación en esta competencia. “El tema con Chile tiene que ser un tema de cooperación. Nosotros tenemos como países el 40% de la producción de cobre del mundo y también el 35% de las reservas”, afirma Cardozo. Para Quijandría la oportunidad es clara: “Si desarrollamos una plataforma desde el sector minero, desde la industria del cobre, vamos a poder avanzar para ser países más desarrollados y prósperos”, asegura.
“El Perú y Chile no son rivales, deben trabajar juntos, como aliados. Porque cuando Chile despliegue todo su potencial productivo y el Perú también logre este despegue y puesta en marcha de sus operaciones pendientes, entre los dos países vamos a producir más de 10 millones de toneladas de cobre fino y eso va a significar la mitad o más de la mitad de la producción de cobre en el mundo, de manera que esta esquina del planeta —me estoy refiriendo a los Andes centrales que comprenden el norte de Chile y el sur Perú— va a ser un punto crítico para el apoyo en la lucha contra el calentamiento global. Así que es una necesidad trabajar juntos”, comenta Cardozo.
Los esfuerzos están en marcha. SAMMI está embarcada en fortalecer el ecosistema de proveedores mineros del Perú. “Nosotros hemos seguido la experiencia de Chile, que tomó como referentes a países como Australia y Canadá, y los países escandinavos, que han podido avanzar hacia el desarrollo o afianzarse como países desarrollados y prósperos a partir de la de la minería”, asegura Quijandría. La lógica de este esfuerzo parte de desarrollar ecosistemas o clústeres mineros para generar una industria local con capacidades de innovación y que se convierte en un motor exportador de tecnología y conocimientos.
Chile ha venido trabajando en el impulso de los llamados proveedores de clase mundial, empresas con capacidad para exportar al menos US$ 1 millón por tres años consecutivos. “En el Perú se han dado ya algunos pasos para conformar este ecosistema que trabaje de manera más colaborativa y articulada. Pero esto se debe afianzar”, señala. Así, SAMMI ha estructurado un programa de innovación abierta y el año pasado trabajó en el primer roadmap para implementar el hidrógeno verde en la minería del Perú y de Chile, en cooperación con la chilena Corporación Altaley.
De este modo, la minería de ambos países comienza a vincularse y a tejer un futuro común de competencia, pero también de cooperación.