¿Qué balance hace del sector hidrocarburos en el 2022?
El balance no es favorable, lamentablemente. Ello, debido a que hemos tenido varios problemas. El primero ha sido la falta de interés del Gobierno por promover el desarrollo de la exploración petrolera. Tanto así que ya no hay pozos de exploración nuevos. Cero. Lo que ha habido de exploración ha sido en zonas donde ya hay explotación petrolera, pero no nueva, y eso es algo preocupante.
Entonces, el saldo no es favorable, porque además la guerra entre Rusia y Ucrania ha generado un descalabro en los mercados internacionales, y ha hecho que suban mucho los precios de los combustibles. Ello ha generado un impacto negativo en la economía nacional. Hay mucha tensión social respecto al precio de los combustibles.
Además, está la crisis de Petroperú, que la han llevado a una pérdida de credibilidad y de reputación en su gobierno corporativo. La empresa ha presentado un déficit de liquidez, una ruptura de la cadena de pagos y eso ha requerido de un rescate del Gobierno, pero sin establecer candados y una reforma de la empresa para evitar que esto se repita. Por el lado favorable, esta crisis ha hecho que los precios del gas natural suban, y los lotes de Camisea se han revalorizado. Entonces, eso está generando para el Estado ganancias muy favorables en términos de regalías. Con estos precios del gas natural debería haber un montón de empresas petroleras buscando [este recurso] en la selva. Gas natural nuevo, no el gas existente en Camisea, nuevos campos de gas para el mercado interno y para la exportación.
¿Qué considera que fue lo más positivo en este balance del 2022?
En lo positivo, tenemos al Consorcio Camisea, porque sus empresas están apostando por la masificación del gas natural. Se puede destacar que ellos han constituido un fondo por US$ 33 millones destinado a subvencionar la conversión de vehículos a gas natural vehicular (GNV). Creo que ese es un tema importantísimo de responsabilidad social y, además, es clave para reducir el impacto ambiental y disminuir nuestra dependencia del petróleo.
Otra empresa protagonista podría ser Lima Gas, que está impulsando el proceso de masificación de gas de Gas Natural Licuado (GNL) en las ciudades del Cusco y Quillabamba, que ha sido una demanda importantísima en nuestro país. Y, además, están buscando extender su negocio a otras regiones. Cálidda es otra empresa importante, y también voy a destacar a Quavii. Calidda ha conectado a 1’500,000 usuarios en Lima, a pesar de todos los problemas regulatorios y burocráticos que implica eso. Y Gasnorp de
Quavii, en Piura, ha logrado generar una inversión que va a permitir dar gas a la región y satisfacer un viejo anhelo de nuestros compatriotas del norte del país.
Para el 2023, ¿qué desafíos se vienen para el sector hidrocarburos?
Varios desafíos. El primero es volver a ganar credibilidad con la gente. Como te digo, con todos los problemas que ha habido por el lado negativo, se tiene que trabajar mucho el tema del relacionamiento con la gente. También se debe generar un clima de inversión favorable para traer a los inversionistas, que pueden hacer exploración y explotación, considerando que estamos en un boom del gas natural y del petróleo, debido a los problemas internacionales derivados de la guerra entre Rusia y Ucrania. Es una nueva oportunidad. Va a haber un nuevo súper ciclo en los precios de los hidrocarburos, en el que podríamos descubrir nuevos campos de gas natural o recuperar la producción petrolera.
Otro de los desafíos es poner en valor los lotes petroleros de la selva. Los lotes que sabemos que tienen petróleo en estos momentos no están operando por los conflictos socioambientales, y la baja operatividad en la que también es responsable Petroperú. Ahí hay un reto tremendo. A partir de ello, garantizar que Perúpetro realice las licitaciones de los campos petroleros de la costa norte, o vea condiciones para que los operadores existentes puedan tener algún tipo de renovación de sus contratos. Vamos a pasar a una licitación, hay que volver a calificar postores. Y eso es bien difícil, considerando el contexto político tan adverso que tenemos.
Ahí un tema importante y clave para la industria es la homologación de los plazos de los contratos. En el Perú hay una discriminación. Los lotes de petróleo se les da contrato por 30 años, y los lotes de gas natural se les da por 40 años. El plazo es importante porque una inversión en exploración de hidrocarburos requiere un horizonte de largo plazo para recuperarse. Nadie en el sector petrolero va a venir por 5 años. Acá las empresas pueden venir a invertir planteando plazos de desarrollo por no menos de 40 años para recuperar sus inversiones en exploración y explotación. Como no tenemos plazos homologados para los contratos de hidrocarburos, no sé por qué razón, deberían entonces homologarse los plazos a 40 años.
Para terminar, tenemos el tema de las regalías. En el Perú las regalías no son competitivas. No podemos competir con países como Guyana, por ejemplo, que han bajado sus regalías. Acá hay un problema del reglamento de regalías. O sea, ¿queremos tener una tasa alta y cero producción o queremos tener una tasa competitiva con producción de barriles de crudo? Ese es básicamente el dilema. Y dado el nivel de riesgo país, con el riesgo político que tiene ahora el Perú, la gente no viene. Entonces, ayudaría bajar las regalías a un nivel más competitivo. Eso yo creo que debería ser parte de la agenda de trabajo del 2023 en adelante.