El sector minero energético es sumamente gravitante para el presente y futuro del Perú, pues representa el 12% del PBI, el 70% de las exportaciones, el 23 % de la inversión privada y más del 42% de la recaudación de impuestos.
Lamentablemente, su ente rector en el Estado peruano viene sufriendo las secuelas de una complicada y discutida gestión gubernamental. La semana pasada se anunció el nombramiento del sexto ministro de Energía y Minas del Gobierno de Pedro Castillo. Oliverio Muñoz, ingeniero de minas, juró el viernes 25 de noviembre en reemplazo de Alessandra Herrera, quien ejercía el cargo desde el pasado 22 de mayo.
El ministro Muñoz se suma así a los nombres de Iván Merino, Eduardo González, Carlos Palacios y Alessandra Herrera como máximo responsable de dirigir la política minero energética en el país desde fines de julio del 2021.
Es decir, el Gobierno ha nombrado un nuevo ministro del sector cada 2.5 meses, considerando que la ministra Herrera fue designada en dos periodos diferentes. Y cada ministro tiene, como es usual, su propio estilo de gestión y funcionarios de
confianza en la alta dirección.
Ante este ritmo de cambios ministeriales se hace complejo mantener una uniformidad de políticas públicas y dar predictibilidad al sector minero energético que requiere precisamente de estabilidad, para promover y acelerar las inversiones que el país necesita. Más aún si se considera un contexto global de transición energética que el Perú puede capitalizar para atraer a empresas de primer nivel que aseguren una explotación responsable de sus recursos y, por ende, aportes importantes para su desarrollo económico y social.
Además, están los temas urgentes en agenda del sector que requieren ser atendidos con celeridad tal como: reactivar la industria hidrocarburífera nacional cuya producción e inversiones se vienen desacelerando dramáticamente desde hace algunos años; fortalecer la competitividad y sostenibilidad del sector minero que apalanca la descentralización productiva y reactivación económica; y afianzar el desarrollo del sector eléctrico, así como atender de manera estratégica la conflictividad social.
Esperamos que estos últimos cambios ministeriales permitan al portafolio de Energía y Minas afianzar su institucionalidad, la meritocracia y transparencia, así como un eficiente trabajo técnico y profesional que aliente el desarrollo de la industria minero energética que juega un rol transcendental en la tarea de construir un país con oportunidades y bienestar para todos los peruanos.