El Perú cuenta con una matriz energética con más del 60% de energía renovable proveniente de centrales hidroeléctricas. Esta se complementa con gas natural, el combustible menos contaminante, y a esto se suma una mayor penetración de centrales eólicas y solares. En medio de este panorama, destaca Kallpa Generación —cuya capacidad representa el 23% del mercado eléctrico nacional— con operaciones en todo el país.
Las operaciones de Kallpa se ubican en costa, sierra y selva, con 2,923 MW de capacidad desplegada en centrales hidroeléctricas como Cerro del Águila, Cañón del Pato y Carhuaquero. Cuenta, además con centrales termoeléctricas de ciclo combinado, como Kallpa, y en los próximos meses, Las Flores, ubicadas al sur de Lima. Pero también con Puerto Bravo, en Arequipa, que a la fecha opera como una central de reserva, lista para operar con gas natural. Y, finalmente, Aguaytía, en la región Ucayali.
“Estamos en la fase final del proyecto de conversión a ciclo combinado de la Central Térmica Las Flores, con lo cual pasaremos de 193 MW en ciclo abierto a 324 MW en ciclo combinado, y lo más importante, pasaremos de una eficiencia del 37.5% a 57.2%”, detalla Irwin Frisancho, gerente comercial de Kallpa.
Hacia la energía no convencional
Kallpa impulsa una serie de proyectos a partir de energías renovables no convencionales en distintos niveles de avance. Varios de ellos —agrega Frisancho— se encuentran en la etapa de Estudios de Preoperatividad o EPO. Entre ellos, los proyectos solares Sunny y Characato, y en eólicos, Los Vientos, Norteño y Chérrepe.
“Las tendencias en el desarrollo y expansión serán en torno a las energías renovables no convencionales”, afirma Frisancho, y agrega que tener operaciones en distintas regiones les ha permitido formar un portafolio de generación competitivo y que, además, trabaja de manera coordinada con su entorno de influencia.
“Ya contamos con una matriz limpia y con distintos recursos energéticos. El reto está en desarrollar ese mix de tecnologías de una manera eficiente y competitiva que acompañe el crecimiento del país en base a soluciones de mercado”, señala Frisancho.
Desafío al 2030
Para Frisancho, uno de los principales retos del sector eléctrico para proyectarse al 2030 es la necesidad de avanzar en el desarrollo de los proyectos mineros e industriales, así como una mayor inversión en infraestructura para reducir las brechas sociales.
“En la medida que se logre lo anterior, definitivamente el sector eléctrico estará a la altura de dichas circunstancias. Cabe recordar que el [crecimiento del] PBI nacional tiene una alta correlación con la demanda eléctrica nacional, de ahí la importancia de dicha interrelación”, concluye.