Tras las elecciones generales y mientras esperamos el escrutinio final de la ONPE, vale la pena reflexionar sobre los desafíos que enfrenta el próximo Gobierno para impulsar la actividad productiva, reactivar la economía nacional, y recuperar los empleos formales y los ingresos perdidos. Este proceso solo resultará exitoso en la medida en que el gobierno logre contener la grave crisis sanitaria e impulse la inversión privada.
Primero, el COVID-19. Este es el principal desafío y el más urgente. El Estado tiene que reaccionar con mayor rapidez y eficiencia con una estrategia sanitaria que evite el incremento de los contagios y de las muertes; y para ello no solo resulta necesario mejorar la capacidad hospitalaria, sino emprender una campaña de vacunación masiva que no se vea frustrada por el letargo burocrático.
Desde el sector minero energético estamos dispuestos a contribuir y apoyar los esfuerzos para inmunizar a nuestros compatriotas contra el Covid-19, poniendo a disposición de las autoridades todo nuestro brazo logístico, así como lo venimos haciendo para cerrar la brecha de desabastecimiento de oxígeno en la red hospitalaria nacional.
La conflictividad social también es un desafío. Se requiere del Gobierno y de sus agencias una actitud más proactiva para encontrar un buen modelo de gestión frente a esta problemática, pero lo más importante es acabar con la mirada indiferente de un Estado que aún no es capaz de invertir de manera eficiente los fondos públicos en el cierre de las brechas sociales y de infraestructura.
Otro reto del próximo quinquenio gubernamental será poner fin a la inestabilidad política que también ha agobiado al Perú en los últimos años. Urge afianzar la gobernabilidad y fortalecer el sistema democrático con una relación y trabajo más armoniosos y fluidos entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, en los que prime la búsqueda de consensos en beneficio del país.
A pesar de que los últimos resultados electorales nos demuestran que el futuro Congreso será muy fragmentado, la grave coyuntura por la que atravesamos como nación, demanda que el trabajo parlamentario se sume a la reconstrucción de la economía nacional, y que no siga por el camino de la aprobación de normas populistas que solo agudizan la crisis.
Y, finalmente, creemos que es indispensable que el nuevo gobierno tenga la convicción de que la inversión privada es la mejor aliada para lograr la reactivación económica y recuperar los más de dos millones de empleos que se han perdido como consecuencia de la crisis sanitaria.
Sin la inversión privada será imposible que el Perú recupere las fortalezas necesarias para emprender el desarrollo sostenido y derrotar a la pobreza.