El conflicto armado entre Rusia y Ucrania llevó a los precios del petróleo a su precio más alto de los últimos siete años. Desde la mirada de los expertos, el Perú está perdiendo la oportunidad de contrarrestar esta crisis al no poder producir la cantidad necesaria de combustible que demanda el mercado interno.
Así, con los precios internacionales actuales, se estarían gastando US$ 20 millones diarios en importaciones de combustibles líquidos, estimó Gustavo Navarro, socio director de Gas Energy Latin America en Perú, pero también se ven afectados los bolsillos de los usuarios. Según el portal Infobae, el 11 de marzo los principales grifos de Lima, Callao y las regiones del Perú incrementaron sus precios hasta en S/ 2.07 por galón en los diversos tipos de combustibles.
Con un impacto evidente en el sector hidrocarburos, ¿cómo este choque externo afectaría a las tarifas eléctricas, pues algunas centrales termoeléctricas usan diésel?
Sin novedad
“A diferencia de Chile, por ejemplo, el sistema interconectado peruano no usa ni petróleo ni carbón, excepto en emergencia. Por lo tanto, el incremento de los precios de esos dos combustibles no afecta para nada los costos de producción de electricidad”, explica César Butrón, presidente del Comité de Operación Económica del Sistema Interconectado Nacional (COES).
“Si bien el gas natural también experimenta un fuerte incremento de precios a nivel internacional, en el caso del Perú, su precio está desacoplado de los precios internacionales por contrato. En consecuencia, el precio del gas natural y, por tanto, el costo de producción de electricidad no se ve afectado en esta coyuntura”, indicó el presidente del COES.
Butrón es aún más preciso. Señala que el costo de producción de electricidad no es lo mismo que el precio de electricidad que paga el consumidor doméstico o industrial, ya que este depende de los contratos que tengan.
“En el extremo, el costo de producción podría tener un incremento notable si no tuviéramos la matriz de agua y gas natural que tenemos y los precios a los consumidores domésticos no sufrirían una variación inmediata, sino en unos meses y nunca en la misma proporción”, refiere.
¿Qué ocurre en el caso de los consumidores domésticos? “Los contratos son de largo plazo, de 15 a 20 años —afirma Butrón— de manera que son mucho más estables. Y en el caso de los grandes consumidores, son de 3 a 5 años”.
¿Quiénes pierden y cuándo?
“Desde el punto de vista del costo de producción de la electricidad y el precio a los clientes finales, no hay afectación alguna en condiciones normales, es decir, sin grandes fallas en sistema y en el corto plazo”, manifiesta Butrón.
Pero advierte que si el conflicto se prolonga por más de un año “pueden aparecer incrementos derivados de la inflación y del tipo de cambio que, a su vez, responden al incremento de los precios de transporte (que afecta eventualmente a todo producto de primera necesidad) y de la volatilidad del tipo de cambio”.
Como ya lo declaraba Carlos Prieto, gerente del Área de Estudios Económicos del BCP: “La inflación erosiona la billetera del consumidor y produce una posición monetaria más restrictiva por parte del Banco Central de Reserva”.
Sin embargo, por ahora, el sector eléctrico continúa recuperándose progresivamente, según señala el último Boletín Estadístico Mensual del Sector Eléctrico.