En las últimas semanas, otra iniciativa del Gobierno a través del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) puso en jaque lo avanzado en los últimos años por el sector minero energético y por todas las actividades productivas del país.
Se trata del Decreto Supremo N° 001-2022-TR que limita la tercerización laboral, atentando contra el proceso de formalización del empleo y que quiebra la posibilidad de alcanzar una mayor eficiencia de las empresas, lo que es legítimo para cualquier institución que se precie de ser competitiva.
Hace unos días, Julio Velarde, presidente del Banco Central de Reserva del Perú, se unió a las voces de los gremios y a la del Ministerio de Economía y Finanzas para comentar que, con esta actitud del Gobierno, se atenta contra una estrategia aceptada globalmente: “Es una locura y es una pobre concepción de la economía”, manifestó.
En una intervención en la que Velarde echó mano de su notable capacidad de enseñar en un minuto de qué se trata la economía, refirió a dos autores clásicos a los que las autoridades del MTPE deberían conocer.
El primero de ellos, Adam Smith, el padre de la Economía, quien en La Riqueza de las Naciones hablaba —hace más de 400 años— de la división del trabajo en las empresas en pequeñas tareas y la búsqueda de la especialización y la eficiencia en cada una de ellas.
El segundo, Ronald Coase, abogado británico y Nobel de Economía de 1991, quien en 1937 escribió La naturaleza de la empresa, y postuló que estas surgen porque consiguen ser eficientes, reduciendo los costos de las innumerables transacciones (contratos) que serían necesarias para la provisión de bienes y servicios.
El empleo que proviene de las empresas formales, competitivas y que contribuyen con sus impuestos al fisco se basa en estos principios que hoy el Ministerio de Trabajo pretende limitar y hasta desconocer. Cruel paradoja: poner límites, esta vez, es retroceder.