El año pasado, el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones convocó al público a participar de un bautizo. Se lanzó un concurso para reconocer a las mujeres que dejaron huella en el país y que dos de sus nombres se graben en las dos tuneladoras encargadas de abrir el camino para la Línea 2 del Metro de Lima. Se recibieron 1,450 propuestas y luego hubo una elección online. Micaela, como homenaje a Micaela Bastidas, fue uno de los nombres escogidos para una de estas enormes máquinas. El otro fue Delia.
Delia Tasaico del Pino es la primera mujer que se graduó como ingeniera de minas en el país. Le sorprendió verse entre los finalistas para el concurso, que se le reconozca como pionera en un ámbito históricamente masculino, y también que su nombre le haya ganado al de Santa Rosa de Lima.
Ingresó a la UNI en 1962 y en su promoción de 48 alumnos fue la única mujer. Pero en ese momento, en las aulas, ella no sentía que eso era algo especial. Para los estudios no había diferencias. En otras facultades, como las de ingeniería industrial o arquitectura, sí había más mujeres. Se vivía un ambiente cordial y de respeto, aunque algunas de sus amigas hablaban de lo que pensaba la gente de fuera, quizá de que ellas perdían el tiempo por estar allí o de que habían ingresado solo para buscar novio. Pero a Delia Tasaico eso la tenía sin cuidado: estudiaba ingeniería de minas porque le gustaba. “Si éramos pocas o muchas no nos importaba, estábamos en la carrera que habíamos escogido”, dice.
Su padre, Narciso Tasaico, tuvo también esta profesión y ella creció acompañándolo al campamento minero. En esos momentos con él se definió su vocación. En su familia había sobre todo contadores, pero prefirió el camino de la metalurgia.
Solo un año antes de graduarse, en 1966, ingresó recién una segunda joven a su facultad. Delia Tasaico hizo sus prácticas en el Banco Minero y luego tuvo trabajos, por cinco años, en una fundición y en la comercialización de minerales. Pero cuando sus tres hijos eran pequeños decidió dedicarse a su cuidado, tener más tiempo con ellos, establecerse en Lima y explorar una nueva faceta de su profesión: la docencia. Comenzó a enseñar metalurgia extractiva en la Universidad de Lima y se mantuvo en esas aulas por 32 años, primero en la Facultad de Ingeniería Metalúrgica y de Materiales, y luego en la Facultad de Ingeniería de Sistemas. También enseñó una década en la PUCP. Cada nuevo paso como docente era también una motivación para seguir estudiando maestrías y otras especialidades con las que siguiera actualizada.
Aunque participó de investigaciones y algunas asesorías, no volvió a trabajar en una planta. “Me fui adaptando a lo que yo quería, y yo quería una familia”, añade.
En enero del 2022, mientras la tuneladora Delia cumple su primera etapa de trabajo con más de 700 metros excavados para la Línea 2 del Metro; la señora Delia Tasaico, ya jubilada, pasa momentos en familia, se lleva bien con la tecnología de los celulares y mantiene comunicación con su promoción de 1966 a través de un grupo de Whatsapp, pese a que la pandemia cortó las reuniones frecuentes que tenían: “Estudié con un grupo humano muy capaz, muy buenos muchachos. Siempre nos apoyamos, hemos perdido a algunos en el camino, pero hemos estado con ellos hasta el final”.
