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El apagón de Chile y la lección para el Perú: ¿estamos preparados?

Mientras que Chile sufrió un apagón que paralizó el país hace algunas semanas, en el Perú la posibilidad de un evento similar es menor, pero no imposible. ¿Qué diferencias existen entre ambos sistemas eléctricos y cómo se protege el nuestro?

pluz

El reciente apagón en Chile ha puesto en evidencia los riesgos de un sistema eléctrico frágil y las consecuencias de una falla en la red de transmisión. El evento dejó sin suministro eléctrico a millones de personas y generó dudas sobre la estabilidad del sistema energético en la región. Ante esta situación, surge una pregunta inevitable: ¿podría ocurrir algo similar en el Perú?

El sistema eléctrico es, por naturaleza, complejo y susceptible de fallas. En todo el mundo se han registrado apagones masivos en diferentes momentos y por diversas causas, desde problemas técnicos hasta condiciones climáticas extremas. Sin embargo, la probabilidad de que un suceso de esta magnitud ocurra en el Perú es significativamente menor debido a la configuración y fortaleza del Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN).

Diferencias estructurales entre Chile y Perú

“Sería muy irresponsable afirmar que un apagón como el de Chile sería imposible en el Perú. Los sistemas eléctricos, aun los de los países más desarrollados, están sujetos a una serie de contingencias. Hemos visto apagones de grandes magnitudes en países como Estados Unidos, Australia e Italia, entre otros”, señala César Butrón, presidente del Comité de Operación Económica del Sistema Interconectado Nacional (COES).

Walter Sciutto, gerente general de Pluz Energía y presidente del Comité Sectorial Eléctrico de la SNMPE, coincide en que la posibilidad de un evento similar en Perú existe, pues “los sistemas eléctricos, por su naturaleza, son susceptibles de presentar fallas operativas. Estas pueden derivarse de fenómenos climáticos, fenómenos naturales (sismos), problemas operativos o deficiencias en la gestión operativa”, explica.

No obstante, cree que la resiliencia del sistema peruano es superior a la chilena debido a su diseño y geografía. “Nuestro sistema eléctrico cuenta con líneas de transmisión de 500 kV a lo largo de la costa y en la sierra, configurando una red troncal robusta. Además, nuestras líneas son de menor longitud en comparación con la que se desconectó en Chile. Esto reduce la posibilidad de un apagón en cascada como el ocurrido en el país vecino”, afirmó.

Según Butrón, la estructura del sistema chileno contribuyó a la magnitud del apagón. “Chile es un país longitudinal con una gran concentración de centrales solares fotovoltaicas en el norte, mientras que la mayor demanda se registra en el centro del país. Entonces, durante las horas del día, el flujo de energía es en dirección del norte al centro hasta la máxima capacidad de sus líneas de transmisión. Esto hace que muchas centrales térmicas ubicadas en el centro no operen o lo hagan en sus mínimos técnicos”.

En esas circunstancias, una línea que transportaba 1,850 MW (equivalente al 23% de la demanda del sistema peruano) salió de servicio por una falla en las protecciones de la línea, lo que generó una brusca reducción de generación que no pudo ser compensada a tiempo por la reserva disponible en el centro, desencadenando el apagón.

En contraste, en el Perú, la generación se concentra en el centro del país, en su mayoría con hidroeléctricas y plantas térmicas a gas natural, lo que permite “exportar” energía al norte y al sur. “Entonces, una falla total de transmisión —como sucedió en Chile—, el peor efecto que podría tener sería un apagón total en el norte o en el sur. Sin embargo, esa probabilidad es baja en la actualidad y va a ser más baja en el futuro”, explicó Butrón.

Sciutto refuerza esta idea, destacando la diversidad de fuentes de generación en el Perú. “La ubicación de las plantas de generación y la diversidad de fuentes de producción de electricidad (hidráulica, térmica, eólica y solar) permiten que, ante la eventual salida de algún componente del sistema eléctrico nacional, se cuente con alternativas para superar la situación de modo eficaz y generando el menor impacto posible”.

Estrategias del COES ante emergencias

El rol del COES es clave para garantizar la estabilidad del sistema en situaciones de emergencia. “Es importante que se sepa que el COES, como cualquier otro operador de sistemas eléctricos, actúa diariamente con planes de contingencia”, manifiesta Butrón.
En la planificación de la operación, se simulan escenarios y se eligen los más seguros dentro de las restricciones del sistema.

También se establecen límites de transporte para controlar posibles fallas. “El sistema, como cualquier otro, cuenta con un esquema de Rechazo Automático de Carga por Baja Frecuencia, compuesto por relés (dispositivos eléctricos que abren y cierran el paso de la corriente eléctrica) instalados en grandes clientes y distribuidoras. Si detectan que la frecuencia está bajando, lo que indica un desbalance entre generación y demanda, estos relés cortan determinados circuitos en fracciones de segundo para salvar el resto del sistema”, detalla.

Sciutto, a su vez, destaca que la experiencia reciente de Chile refuerza la importancia de invertir en fortalecer la confiabilidad del sistema eléctrico peruano: “Es fundamental asegurar la provisión continua y en condiciones adecuadas de energía a todos los usuarios a nivel nacional. Tener un esquema de despacho balanceado de diversas fuentes de generación es clave para garantizar la estabilidad del sistema ante la salida de una central o un grupo de centrales”.

Además, añade: “es primordial que las autoridades del sector eléctrico, en particular aquellas que evalúan proyectos de transmisión y subtransmisión, incorporen el concepto de redundancia. No se trata de mayores costos, sino de garantizar la confiabilidad del sistema con líneas de respaldo que permitan mitigar el impacto de fallas como la ocurrida en Chile”.

La importancia de una matriz energética diversificada

Otro factor que reduce el riesgo de apagones en el Perú es la diversificación de su matriz energética. “Es fundamental para asegurar un sistema seguro y estable. Tenemos muchos ejemplos de matrices no diversificadas que luego tuvieron que enfrentar graves contingencias por ello. El más cercano es Colombia, que basó su matriz en generación hidroeléctrica hasta que una sequía terminó originando un apagón nacional. Brasil también ha pasado apagones en épocas de sequía”, comenta Butrón.

No es recomendable depender de una sola fuente de energía para el 70% u 80% del total de generación de un país. “Se menciona a Dinamarca como un caso de éxito porque su generación instalada dentro de sus fronteras es 100% eólica. Pero lo que no se dice es que su sistema está fuertemente interconectado con otros países, lo que le permite suplir cualquier carencia de viento”, precisa el representante del COES.

En el caso del Perú, su matriz cuenta con dos grandes fuentes: gas natural e hidroeléctrica. “La participación renovable irá creciendo poco a poco, y la recomendación es no dejar de lado las otras fuentes o, en su defecto, disponer de almacenamiento de energía en cantidades suficientes para afrontar contingencias severas. Al final, será cuestión del costo total para la sociedad”, concluye Butrón.

Por otra parte, Sciutto añade que también es fundamental avanzar en la modernización de las redes de distribución: “Es importante que el regulador considere la necesidad de contar con redundancia en las redes de media tensión (MT). Esto permitirá dar los pasos necesarios para automatizar la red, reducir significativamente los tiempos de interrupción y avanzar en la digitalización, como ocurre en países más desarrollados donde los valores de SAIDI (que mide la duración promedio de las interrupciones de energía eléctrica, usualmente en horas) se miden en minutos, gracias a redes mucho más robustas y redundantes”.

Lecciones del apagón en Chile

El análisis de lo ocurrido en Chile deja una lección clara: la solidez de un sistema eléctrico no solo depende de su capacidad de generación, sino también de su infraestructura de transmisión y de la planificación estratégica para prevenir contingencias.

El desarrollo del sistema de transmisión en el Perú ha sido una prioridad en las últimas dos décadas, con inversiones que superan los US$ 4,500 millones. Estas inversiones han permitido fortalecer la infraestructura eléctrica, reduciendo significativamente el riesgo de apagones. Sin embargo, persisten desafíos que podrían afectar el futuro del sector, como la necesidad de continuar con la expansión del plan de transmisión y el impacto de la consulta previa en la ejecución de nuevos proyectos.

El Perú cuenta con un sistema más resiliente, pero la vigilancia constante y la inversión en infraestructura seguirán siendo claves para mantener la seguridad y estabilidad del suministro eléctrico.