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La minería del sur del Perú durante el Virreinato

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La minería del sur del Perú durante el Virreinato

Luego de Potosí, el sur peruano tuvo otras minas que destacaron, en Arequipa y Puno. Conozcamos algo de su historia.

En la Colonia, el circuito minero entre Potosí, descubierta en 1545, y Huancavelica (1566) fue un eje crucial de la economía virreinal y de la región sur del Perú. Sin embargo, hubo otras dos localidades que fueron protagonistas a su tiempo: Caylloma, en Arequipa, y San Agustín de Huantajaya, cerca de Iquique (Chile).

Riqueza en el sur
Según detalla Kendall Brown, profesor de Historia de la Universidad Brigham Young —especializado en historia andina colonial—, en un artículo incluido en la obra editada por el BCRP y el IEP “Historia económica del sur peruano: lanas, minas y aguardiente en el espacio regional”, estos dos distritos mineros “estimularon el comercio y la agricultura del sur peruano”.

Y aunque ambas no produjeron “un flujo vasto de plata como el de Potosí”, ambos centros emplearon mano de obra de la región y produjeron plata que circulaba dentro de la economía regional.

El asentamiento minero San Agustín de Huantajaya comenzó a explotarse alrededor de 1540 por los indios de la encomienda de Tarapacá, de Lucas Martínez Vegazo, y se dice que había bloques de plata pura que pesaban hasta 45 kilos. Tras el fallecimiento de Martínez, en 1567, algunos de sus asociados continuaron trabajando los depósitos de superficie durante algunos años más, pero luego se detuvieron y fue abandonada por la dificultad de conseguir trabajadores para una operación en medio del desierto de Atacama, lo que complicaba también la provisión continua de agua y comida. En 1680, Juan de Loayza, residente local, intentó reabrir esta mina; sin embargo, fue su hijo Bartolomé quien lo logró en 1718, produciendo un suministro, modesto pero consistente, de plata.

Por su parte, Caylloma, descubierta en 1620, al norte de la ciudad de Arequipa, “guardaba la promesa de convertirse en uno de los más ricos distritos mineros hispanoamericanos. Su producción inicial fue tan prometedora que el virrey de la época, el conde de Chinchón, abrió una caja real allí para cobrar el impuesto a la minería”. Brown refiere que durante la década entre 1631-1640 la producción de plata fue de 177,000 kilos y que fue declinando hasta 103,000 kilos a fines del siglo XVII, equivaliendo al 14% de la plata gravada en Potosí.

Otras operaciones mineras

El historiador refiere, además, otras pequeñas operaciones mineras esparcidas por la región sur del Perú. Carabaya, en Puno, por ejemplo, “produjo una tercera parte del oro extraído en todo el virreinato. En Camaná también se obtuvieron pequeñas cantidades de oro”.

En adición, las minas de plata de San Antonio de Esquilache, al oeste de Puno, alcanzaron renombre, al igual que las de Laicacota, descubiertas en 1657. Se dice que Gaspar de Salcedo y su hermano José extrajeron una enorme riqueza de esta última mina, de la que el historiador Jorge Basadre creía que los dos hermanos eran los hombres más ricos del Nuevo Mundo. Sin embargo, la bonanza de Laicacota no duró mucho por el estallido de la guerra civil que terminó en una rebelión, aplastada por el conde de Lemos, virrey entre 1666 y 1674, quien además ejecutó a José Salcedo y confiscó la mina, cuya riqueza se perdió años más tarde.