Por Juan Carlos Ortiz, vicepresidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú.
La minería, una vez más, reafirma su rol como motor clave del desarrollo económico y social del Perú. En el VI Congreso Internacional Macro Sur Minero – Comasurmin 2024, se destacó que la activación de los proyectos mineros en cartera podría generar más de 2.3 millones de nuevos puestos de trabajo. Este dato no solo refleja el potencial de la minería como generadora de empleo, sino también su capacidad de transformar la realidad de miles de peruanos.
Entre 2015 y agosto de 2024, la minería aportó más de S/55,855 millones en canon, regalías y derechos de vigencia, según el Boletín Estadístico del Minem. Sin embargo, su impacto va mucho más allá de los números. Hasta agosto de este año, más de 241 mil personas trabajaban directamente en el sector, especialmente en regiones como Arequipa, La Libertad, Áncash, Moquegua y Junín, gracias a proyectos emblemáticos como Cerro Corona, Las Bambas, Yumpag y Quellaveco.
A pesar de estos logros, el reto sigue siendo enorme. Proyectos como Pampa del Pongo, Zafranal y Corani, que permanecen paralizados, podrían tener un impacto inmediato en la generación de empleo si logramos destrabarlos. Esto no solo ayudaría a combatir el alto nivel de informalidad laboral, que afecta a más del 70% de la población del país, sino que también daría un impulso directo a la economía de las regiones más necesitadas.
El Perú cuenta con una geología privilegiada. Poseemos 8 de los 17 minerales críticos esenciales para la transición energética y el desarrollo de industrias tecnológicas. Estos recursos están presentes en 75 proyectos de exploración, muchos de los cuales tienen el potencial de convertirse en minas en los próximos años. Si logramos activar esta cartera de proyectos, podríamos superar con creces la cifra de 2.3 millones de empleos proyectados. Para ello, es indispensable un esfuerzo coordinado entre el Gobierno y el sector privado, acompañado de un marco legal claro y una estabilidad política que inspire confianza a los inversionistas.
El cobre, por ejemplo, es el principal mineral de nuestra cartera de proyectos y será clave para la transición energética global. Actualmente, cuatro países miembros del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC) concentran el 86% de las exportaciones de cobre del Perú, consolidando a nuestro país como un socio estratégico en este proceso. Espacios de diálogo como APEC deben aprovecharse para crear las condiciones necesarias que impulsen la inversión minera. Una relación más estrecha entre gobiernos, sustentada en acuerdos de cooperación y políticas claras, permitirá iniciar nuevos proyectos que beneficien tanto a los inversionistas como al país.
Sin embargo, no todo son buenas noticias. Preocupa la intención del Congreso de extender por dos años más el Reinfo, un programa que en 12 años ha demostrado ser ineficaz para la formalización minera. Más alarmante aún es que esta medida sea promovida por el presidente de la Comisión de Energía y Minas, quien parece priorizar reuniones a puertas cerradas con representantes de la minería informal, los principales beneficiados de esta iniciativa.
Desde el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), sostenemos que el Reinfo no debe continuar. La ampliación de este programa solo fomenta la minería ilegal, que genera impunidad, afecta el medio ambiente y perpetúa la informalidad. Es momento de buscar alternativas sostenibles que promuevan una verdadera formalización minera y contribuyan al desarrollo del país.
El Perú tiene una oportunidad única en sus manos. Contamos con recursos naturales estratégicos, un portafolio de proyectos valorizado en más de US$54 mil millones y el interés de grandes inversionistas. Sin embargo, para aprovechar este potencial, necesitamos estabilidad, compromiso político y una visión de desarrollo a largo plazo. No dejemos pasar esta oportunidad.