La tarde del 19 de septiembre de 1824, en Milán, Italia, nació Antonio Raimondi, un nombre que con el tiempo se entrelazaría con la historia del Perú. Dos siglos después, su legado sigue vivo, especialmente en el ámbito de la minería peruana, gracias a su contribución clave en la primera cartografía geológica del país.
Raimondi no era un erudito nacido de las aulas más prestigiosas, sino un autodidacta que, con curiosidad inquebrantable, comenzó su formación en historia natural. Desde joven, su interés por el mundo natural lo llevó a recolectar y estudiar minerales, fósiles y plantas. Un encuentro revelador en su vida fue cuando el científico Paolo Mantegazza lo describió como “el hijo de un pastelero que ha aprendido por sí solo”, subrayando su extraordinaria capacidad para dibujar y clasificar especies, conocimientos que más tarde lo guiarían a Sudamérica.
Recorrido e inventario
Al llegar a Perú en 1850, Raimondi encontró un vasto y desconocido territorio que lo llamaba a ser explorado. Durante décadas, recorrió la costa, la sierra y la selva peruanas, mapeando sus paisajes, documentando sus especies y catalogando sus recursos naturales y minerales. En un tiempo donde la minería comenzaba a perfilarse como una de las actividades claves para el país, Raimondi jugó un rol fundamental al realizar el primer inventario geológico y minero del Perú, plasmado en su monumental obra El Perú, publicada en 1874.
Su método, influenciado por figuras como Alexander von Humboldt, era único: veía la naturaleza de manera integral, relacionando la altitud de los Andes con la vegetación, los minerales y la vida humana. Este enfoque multidisciplinario le permitió a Raimondi no solo describir el Perú, sino también comprenderlo en toda su complejidad. Con cada expedición, trazaba mapas más detallados y proporcionaba información esencial para el desarrollo de la minería y otras actividades productivas.
Su legado
El legado de Raimondi no se limitó a la geología, sostuvo Luis Felipe Villacorta, director del Museo Raimondi, en la presentación “Raimondi y su legado a la minería peruana”, organizada por el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP) hace unos días. Su cartografía sirvió como base para el desarrollo de la minería, pero también para la construcción de trenes y ferrocarriles, que facilitarían la movilización de los recursos minerales desde los Andes hacia la costa.
“La obra de Áncash fue hecha principalmente para estudiar la posibilidad de hacer el ferrocarril que, viniendo desde Chimbote, llegara hasta la zona de Recuay para habilitar toda esa zona a la minería industrial de la época”, afirmó Villacorta.
Visionario
Raimondi fue consultor del Estado peruano en temas de minería e infraestructura. Víctor Gobitz, presidente de la SNMPE, destacó su relevancia. “Hay que reconocer en Raimondi esa mirada integradora, esa visión integral del país y del territorio. Y, sobre esa perspectiva, tiene una propuesta donde la minería es uno de los pilares”, afirmó.
Para Gobitz es fundamental recuperar esa visión para plantear reformas estructurales en la actualidad: “No hay duda de que el Perú necesita una reforma del Estado. He tomado nota del trabajo que hizo Raimondi en el país hace 150 años aproximadamente y ahora lo distribuyen en, por lo menos, cinco organizaciones públicas distintas”.
Ciencia y minería
El primer inventario geológico y minero del país, elaborado por Raimondi, fue un hito crucial para el aprovechamiento de los recursos naturales del Perú. Su colaboración con figuras como Ernesto Malinowski, el ingeniero polaco detrás del Ferrocarril Central Andino, le permitió vislumbrar la integración de la minería con el transporte. Esta alianza entre ciencia e infraestructura transformó la economía nacional, facilitando la exportación de minerales y promoviendo el crecimiento industrial del país.
Al servicio del bien común
Uno de los aspectos más admirables de Raimondi fue su constante preocupación por el bien común. Según Villacorta, “era el personaje en esta dimensión de confianza que cautelaba el bien común, a partir de su vocación para el uso racional, de acuerdo con el interés nacional, de estos nuevos recursos naturales”.
Según Gobitz, este enfoque sigue siendo relevante hoy en día, especialmente al considerar la célebre frase atribuida a Raimondi, que dice que “el Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”. Sin embargo, Gobitz matizó esta expresión, afirmando: “La palabra mendigo no corresponde para un territorio, un Estado, y la riqueza no está para recogerla. El potencial de riqueza existe y se va a lograr en la medida que el talento y el intelecto de los peruanos lo saquen adelante”.
Su legado debe inspirarnos a seguir avanzando en el desarrollo sostenible del Perú.