La transición energética está en el centro del debate global sobre la sostenibilidad y eficiencia energética. En el Perú, esta transformación tiene un impacto significativo en el sector, presentando tanto oportunidades como desafíos.
Para Juan Miguel Cayo, gerente general de Fenix, empresa de generación eléctrica, la transición energética implica mucho más que simplemente aumentar el uso de energías renovables. “Para lograr que la mayor penetración de energías no gestionables e intermitentes no termine ocasionando distorsiones o problemas mayores en el sistema, es imprescindible que el sistema eléctrico se prepare y adapte”, dice Cayo.
Para ello, explica, se requiere, entre otras medidas, la creación de un mercado de servicios complementarios, dotar de mayor flexibilidad operativa al sistema e introducir bloques horarios en los contratos regulados.
“La agenda energética del país debería estar planteando medidas que aborden todos estos aspectos fundamentales. La irrupción masiva de las Energías Renovables No Convencionales (ERNC) sin haber tomado en consideración adecuadamente estos temas puede generar distorsiones y problemas operativos significativos en el mediano plazo”, agrega.
Por su parte, María Julia Aybar, country manager de Hunt Oil Company, enfatizó la importancia de la transición energética para el sector minero a fin de reducir las emisiones en su proceso productivo.
“Muchas empresas ya vienen trabajando con suministro de energía renovable para la operación de sus sistemas, pero el reto aún está en buscar alternativas que les permita continuar reduciendo las emisiones, específicamente en las actividades como el transporte de materiales”, afirmó Aybar.
Por último, destacó la evaluación de nuevas tecnologías como el hidrógeno verde y el gas natural como alternativas de transición.
OPORTUNIDADES
La matriz de generación eléctrica del Perú se compone mayormente de la energía hidráulica, plantas de gas natural y ERNC, las cuales representan alrededor del 98% de la generación eléctrica del país (el otro 2% son plantas a diésel que se encienden ocasionalmente). “Es ya una matriz energética bastante ‘limpia’”, dice Cayo.
“Se podría afirmar que las principales razones para promover una transición energética no son necesariamente razones de índole ambiental o de reducción de emisiones. Las razones radican más bien en los conceptos de confiabilidad y diversificación”, afirma.
“Estos conceptos son fundamentales porque nuestra oferta eléctrica está sometida a altos riesgos de suministro. Diversificar nuestra matriz en base a los recursos que tenemos debería ser una prioridad”, explica el ejecutivo.
La descarbonización del sector energético representa una oportunidad para desarrollar proyectos renovables. Cayo comenta que Fenix cuenta con un portafolio de proyectos que suman 1,800 MW de energía renovable en distintas etapas de desarrollo, con el objetivo de operar al menos 500 MW en los próximos cinco años.
Aybar, por su parte, explica que en los últimos años ha quedado en evidencia que el gas natural es el combustible de la transición energética. “Hasta se ha llegado a decir que el gas natural es ‘verde’. Lo cierto es que, a diferencia de otros combustibles fósiles, el gas natural genera menores emisiones y, por lo tanto, aporta al proceso de descarbonización”, aseveró.
Como parte de Hunt Oil Company, productor local de gas natural a través del Consorcio Camisea, Aybar ve grandes oportunidades para continuar apoyando el proceso de descarbonización. Para ello, afirma, se necesita que el Estado continúe trabajando en promover inversiones en exploración y explotación de hidrocarburos que permitan dar valor a estos recursos.
TENDENCIAS
Según Cayo, las ERNC podrían representar hasta un tercio de la matriz de generación del país en los próximos diez años. Ello requerirá inversiones significativas en nuevas plantas de generación y mejoras en la infraestructura de transmisión del orden de US$ 12,000 millones en la siguiente década (unos US$ 9,000 millones en generación renovable, y otros US$ 3,000 millones en inversiones necesarias en el reforzamiento de la transmisión). “Un verdadero boom de inversiones solo comparable con la ola que observó el sector eléctrico entre los años 2008 y 2017 en los que se construyó casi la totalidad del parque térmico a gas natural, las llamadas ‘reservas frías’ y la introducción de las ERNC mediante las subastas de Recursos Energéticos Renovables (RER). Esa ola de inversiones en el sector eléctrico fue la que preparó el camino para el boom de inversiones mineras ligadas al superciclo de commodities en el periodo 2011-2020. En suma, creo que estamos ad portas de una nueva ola de inversiones en el sector eléctrico que será significativa”, concluyó Cayó.
“El Perú tiene grandes ventajas competitivas dentro de este proceso de transición energética. Primero, porque cuenta con una matriz bastante limpia, principalmente hídrica; y, para cubrir la intermitencia de las actuales tecnologías renovables, cuenta con gas natural que permite dar seguridad al sistema”, opinó Aybar.
Esta situación, agregó, hace posible que el país pueda continuar incrementando sus fuentes de energía renovables, como solares y eólicas, de tal manera que no solo se reduzcan las emisiones, proporcionando sostenibilidad ambiental, sino también seguridad en el sistema y generando energía a costos razonables.
A la par, sostiene Aybar, es necesario que se tomen medidas para que el gas natural pueda llegar a más industrias y hogares peruanos. “Allí el rol del Estado es esencial, puesto que permitirá definir las reglas que hagan viable la masificación del gas natural mediante las inversiones en infraestructura que el sector privado esté dispuesto a efectuar”, concluyó.