Raúl Molina, exviceministro de Gobernanza Territorial, estuvo en la reciente edición de Jueves Minero organizado por el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP) para la presentación el libro «Desarrollo Territorial y Minería».
Como coautor del libro, Molina explicó que los niveles descentralizados como gobierno central, regiones y municipios con operaciones mineras recibieron más S/ 65 mil millones en 20 años como beneficio. No obstante, no se ha mejorado la calidad de vida de los ciudadanos.
De acuerdo con la ley, el 70% del gasto del canon a proyectos de inversión pública, 20% mantenimiento de infraestructura básica y un 5% en elaboración de perfiles. Eso sí, el canon no puede cubrir gastos corrientes.
No obstante, no resulta tan sorprendente que en, en 2021, la ejecución total del canon no llegara al 5% en salud y bordeara el 7% en educación, y el 20% fue invertido en planeamiento y gestión.
Molina señaló que, si se compara el desarrollo de un distrito minero, con uno que no lo es, los indicadores no señalan un crecimiento directamente proporcional a la cantidad de dinero que se recibió.
«Frente a esa constatación nos dimos cuenta de que poner dinero no es la solución. No está mostrando ser la solución y ahí es donde comienza a aparecer la noción de desarrollo territorial», sostuvo.
¿Qué es el desarrollo territorial?
De acuerdo con Molina, el desarrollo territorial es un proceso de cambio en el territorio a partir de propias potencialidades de los distritos mineros. Sin embargo, se ha dejado de lado que el desarrollo no solo debe venir solo de la minería, sino de la agricultura, ganadería, servicios, comercio, transporte, turismo y más.
«Para hacer desarrollo territorial, se necesita construir gobernanza territorial y esto es construir las capacidades del propio territorio de hacerse cargo de sus procesos de desarrollo», señaló.
Asimismo, afirmó que la desconfianza y cohesión social es enorme en estas regiones, lo que significa una barrera contra procesos de colaboración. Por lo que es importante conocer los actores de este proceso, actores como el sector privado, público, sociedad civil y academia.
“El desarrollo no va a venir del Gobierno Nacional, el desarrollo no va a venir de la empresa privada que se asienta en el territorio, la empresa privada pasa a ser un aliado de esos procesos, no un vecino, un aliado, es mucho más fuerte que eso”, añadió.
Molina afirmó, además, que, entre sus discusiones con Darío Zegarra, vicepresidente del IIMP y autor del libro, llegaron a la conclusión que el sector privado cumple un rol clave para catalizar, convertirse en un promotor de procesos. «No para sustituir las capacidades locales, sino para desencadenarlas y ayudar», acotó.
Finalmente, Molina comentó que este libro no es un recetario, sino que brinda herramientas para poner el juego y en función de las capacidades.
Por su lado, Darío Zegarra afirmó que trabajan en mejorar la dicotomía y que las partes deben poner de su parte para que el panorama cambie. “Hay una oportunidad concreta de sumar la colaboración en cómo abordamos los desafíos y alcanzamos nuestras oportunidades. Cuando somos capaces de aprender colectivamente a colaborar y permanecer en el tiempo, perseverar en el tiempo. Así, hasta que vamos logrando una meta superior hacia esa sociedad”, enfatizó.