Desde Adentro conversó con Barbara Mattos, vicepresidente senior del Grupo de Finanzas Corporativas de Moody’s Investor Service, quien compartió sus perspectivas sobre la economía peruana, el contexto internacional y el sector minero.
¿Cuál es el balance que hace del sector minero en el 2023?
El Perú es un participante muy importante en la minería global. Sigue siendo el segundo productor de cobre en el mundo, con cerca del 12% de participación global, y cuenta también con otros metales preciosos. Cuando pensamos en las reservas y depósitos mineros, el Perú tiene una ventaja muy importante en términos de composición. Solo una breve comparación: en Chile, por ejemplo, pensamos en minas de cobre y molibdeno, pero en el Perú hay un depósito de minerales y metales mucho más diversos.
Entonces, el Perú tiene esa ventaja. Pero el principal tema cuando pensamos en minería en el Perú son los conflictos sociales. Los conflictos sociales conllevaron a algunas disrupciones en términos de producción, principalmente al inicio del año. Después de eso, creo que las cosas se normalizaron. El segundo tema importante, pensando en la producción y en los posibles desafíos, es el fenómeno de El Niño, que puede traer un poco de disrupciones en términos de producción minera. Un tercer tema importante, de carácter global, es la desaceleración de la economía china. Vemos en China un crecimiento económico más bajo y, como consecuencia, estamos viendo un crecimiento más bajo de la demanda, no al ritmo que vimos en los últimos años. Desde el punto de vista político global, tuvimos disrupciones en Panamá, con el paro de la producción de la mina de cobre de First Quantum, por ejemplo. Eso también lo vimos como un riesgo alto para las inversiones.
¿Cómo todo este panorama global puede afectar al sector minero en el Perú?
Para el sector minero es muy importante tener estabilidad política, especialmente desde el punto de vista de las regulaciones para que haya inversiones. Hay un pipeline muy grande de proyectos de inversión en la minería del Perú. De los US$ 53,000 millones, cerca de US$ 41,000 millones son greenfield, es decir, nuevos proyectos, y solo cerca de US$ 12,000 millones son brownfield, que son expansiones. Todos los demás son nuevos proyectos, y gran parte de ellos —cerca del 70%— son proyectos de cobre. Eso es muy importante para dar estabilidad y atraer inversiones para el país.
Ahora, cuando las cosas quedaron un poco más calmas en el Perú, vimos al Gobierno haciendo algunos cambios en los procesos de aprobación de las licencias. Eso es muy positivo para el sector. Creo que hubo un impulso para sacar las autorizaciones y los permisos para que las empresas puedan seguir con sus proyectos de inversión. La gran dificultad es que depende mucho de las regiones y las comunidades locales. Por ejemplo, Nexa Resources tiene operaciones en Atacocha, una mina que varias veces tiene disputas con las comunidades y con los políticos locales, y tienen que suspender sus operaciones por algún tiempo. Pero eso es algo específico de la localidad, no es algo común a todo el país. Hay regiones que son mucho más prominería y que tienen una estructura económica distinta. Entonces, los cambios en las políticas locales pueden traer incertidumbre para las operaciones mineras. Creo que ese es un riesgo que permanece en el Perú para el sector minero.
A partir de los problemas que señala, ¿cómo evalúa la posición actual del Perú en la industria minera a nivel regional e internacional?
Creo que es difícil hacer una comparación directa con otros países de la región o el mundo porque los temas son distintos. Mientras en el Perú el tema social es un gran desafío para el sector, en Chile, por ejemplo, tenemos otros problemas y desafíos, que no son tanto los sociales sino los laborales, con las negociaciones con los sindicatos, con temas más bien estructurales por la caída de la ley de los minerales, entre otros. En el Perú, en términos de producción, no hubo una disrupción muy fuerte. Con todo lo que hubo, aun así, siguió la actividad minera, manteniendo la posición en la industria global de minería con el cobre y otros metales preciosos. En Chile, por ejemplo, tuvimos una caída más fuerte en la producción de cobre. En el Perú, en cambio, la producción ha crecido a causa de los nuevos proyectos, como Quellaveco, de Anglo American, pero es lo que hay; [asimismo,] ha habido inversiones, y sí vemos ese aumento en la producción, el Perú logró mantener su posición y expandir la actividad y la producción mineras en el país.
¿Qué podemos esperar para el 2024? ¿Qué desafíos habrá para el sector?
El tema del clima, reducir las emisiones e invertir en energías renovables, creo que van a ser desafíos cada vez más importantes, no solo para la minería sino también para los sectores de agricultura, papelería, etc. Otro desafío importante será la automatización de los procesos en las minas. Eso requiere inversiones que no siempre tienen un retorno inmediato. Sigue siendo muy importante el tema de China también, porque aunque haya la expectativa de un crecimiento más fuerte en la demanda de algunos metales, como el níquel, el cobre, el cobalto, debido a la transición energética, no es algo que vaya a traer una demanda adicional muy fuerte en uno o dos años, es más bien a largo plazo: depende de la implementación de condiciones para la producción de la infraestructura para los vehículos eléctricos, y eso depende mucho de la capacidad de los Gobiernos de hacer la transición energética verdaderamente.
Entonces, mientras eso no ocurra, los países productores de metales siguen expuestos a la volatilidad de los precios que depende mucho de la demanda. Estamos viendo una desaceleración no solo en China, también un crecimiento más bajo en economías más desarrolladas en Europa y en Estados Unidos, también grandes consumidores de metales. Otro factor muy importante está relacionado con la obtención de financiamiento para las nuevas inversiones y para la expansión, en un ambiente de tasas de interés aún muy altas. En Estados Unidos y en Europa, el costo de la inversión es más alto y para hacer frente a esos montos tienen que haber condiciones financieras adecuadas.
Tomando en cuenta que el Perú depende mucho del sector minero. ¿Qué lecciones cree usted puede sacar el Perú a partir de los conflictos sociales? ¿Cómo la minería puede mejorar la relación con las comunidades donde opera?
Creo que es un tema local que depende mucho de las empresas, especialmente de las extranjeras. Estas deben buscar entender las necesidades de la región y, desde el punto de vista comunicativo, enseñar los beneficios de la minería: creación de empleos, infraestructura, escuelas, es decir, mostrar los beneficios que trae la minería no solo desde el punto de vista económico, sino también desde el punto de vista social.