En una columna previa sobre el sector hidrocarburos alertábamos sobre el riesgo de dar señales contradictorias a los inversionistas, puesto que el camino para recobrar la confianza mediante un clima favorable a las inversiones, en especial a las de exploración, se hacía más difícil.
Sin embargo, nuestras autoridades continúan por una vía que resta dinámica a las inversiones privadas y a la confianza empresarial necesaria para ellas, más aún cuando ya estamos oficialmente padeciendo los efectos de una recesión económica.
Una de estas señales ha sido el anuncio de la encargatura por dos años de la operación de explotación los lotes I y VI de Talara a Petroperú, mientras que Perúpetro prepara una licitación internacional por estos lotes.
Si bien el primer anuncio ya se concretó hace unos días —a sabiendas de la delicada situación financiera de la petrolera estatal—, el segundo (la licitación) no tiene aún un cronograma tan necesario como urgente para dar las señales correctas a los inversionistas y delimitar claramente el tiempo que permanecerán encargados los lotes talareños.
Mas allá del nombramiento del viceministro de Hidrocarburos por parte del Ministerio de Energía y Minas, toca el turno ahora de impulsar un real fortalecimiento de Perúpetro para que cumpla cabalmente con su rol de promotor de la inversión privada en la exploración y explotación de hidrocarburos sin ambages.
Hoy su rol es ambivalente, pues organiza ruedas de negocios en el extranjero para atraer inversiones privadas y, al mismo tiempo, hace todo lo posible para priorizar la entrega de unos lotes a la compañía estatal, habiendo interés de empresas privadas por participar en ellos. Está demostrado que solo la competencia puede traer el mayor beneficio para el país.
En un mercado de hidrocarburos con precios al alza por la situación internacional y con la transición energética como prioridad para las grandes corporaciones globales, se hace necesario repotenciar el rol de Perúpetro para aprovechar la coyuntura y no dejar que el tiempo siga pasando.
Mientras tanto, la producción de gas natural y petróleo del país decae y no hay señales claras para “un sector que tiene la condición de un enfermo terminal al que se le está quintando el respirador”, como lo afirmó la presidenta del Comité Sectorial de Hidrocarburos de la SNMPE, María Julia Aybar, al hacer un diagnóstico real de la situación que enfrenta la industria hidrocarburífera peruana.