Gonzalo Quijandría, director de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de Minsur
Hace poco más de un mes, el pasado 4 de agosto, la empresa que opera la mina de estaño más importante del Perú, anunció un convenio marco de cooperación con el Gobierno Regional de Puno. Ello, para colaborar en diferentes proyectos que beneficien a la región altiplánica. Conversamos con Gonzalo Quijandría, director de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de la minera del Grupo Breca, para conocer más detalles sobre esta iniciativa.
¿Qué es un convenio marco?
Un convenio marco es un convenio general, donde podemos encontrar o identificar situaciones comunes en las que podemos ayudarnos, en las que, sobre todo, podemos colaborar con la región donde operamos.
¿Qué antecedentes tiene este convenio marco con Puno?
En los últimos diez años, los encargados del Gobierno Regional de Puno no habían tenido una apertura que permitiera [un acuerdo]. En Puno hubo tres gobernadores regionales cuyo discurso les impedía tener un acercamiento con la inversión privada, ni con la Cámara de Comercio de Puno ni con los transportistas locales, menos con Minsur. Y luego vino un periodo de inestabilidad. En la administración anterior, si bien no hubo un discurso “antiempresa privada”, hubo inestabilidad, con tres cambios de gobernadores regionales en un corto periodo. Lo que ocurrió con el actual gobernador regional, [Richard Hancco], fue lo contrario, internamente, no había una situación de inestabilidad. Tiene un consejo regional con el que puede coordinar, no hay pedidos de vacancia en la mesa, y ya ha pasado un año. Pero a inicios del 2023 la región convulsionó. Entonces, hubo que sentarse recién, terminando este periodo, para hablar del convenio marco.
¿El periodo de inestabilidad en Puno paralizó todo?
Ese fue el motivo por el cual hablar sobre el convenio demoró los primeros meses del año. El gobernador Hancco no tiene un discurso antiempresa privada, tampoco un consejo regional que está buscando vacarlo. Y hay algunos temas que él puso en agenda que eran comunes con nosotros. Entonces, la oportunidad estaba dada. La época de convulsión también sirvió para meditar sobre las oportunidades que había en Puno y esperar que termine la crisis para sentarnos a hablar del futuro. Y eso es lo que ocurrió.
¿Quién lideró las conversaciones?
Fue nuestra área de relaciones institucionales y, claro, los actores locales los que gestionaron el diálogo inicial. Lo que ocurrió fueron algunas reuniones donde coincidíamos en temas comunes para apoyarnos. Y eso daba pie a, digamos, al primer paso formal es el convenio marco. Luego habrá convenios específicos respecto de cada tema en el que participemos.
¿Cuál es el beneficio para ambas partes y qué metas y plazos se han trazado?
Todavía no hay plazos, porque eso se va a ver en los convenios específicos. Ahora, los cuatro puntos del convenio tienen como característica el ganar-ganar. Minsur va a apoyar al gobierno regional mediante el mecanismo de Obras por Impuestos en la construcción del hospital de Azángaro. Mejorar la infraestructura de salud de la región es una de las prioridades del gobierno regional, en especial, con los grandes centros de atención médica de la región. Y eso nos pareció importante porque en la época de la pandemia nos dimos cuenta de esta falencia. De hecho, trabajamos mucho con el hospital de Melgar, donde operamos y pusimos una planta de oxígeno, reconstruimos la posta de Antauta e hicimos un hospital móvil para atender las zonas rurales, entre otras obras. Entonces, nosotros ya veníamos trabajando en eso. En el caso de Azángaro, ellos no tenían la posibilidad de hacerlo en este momento y necesitaban ayuda. Esa solicitud de ayuda nos pareció interesantísima, porque coincidimos en ese trabajo y que existe un mecanismo, como Obras por Impuestos, que regula la participación público-privada en el que ya tenemos experiencia. Entonces, hemos tomado el hospital de Azángaro, que no estaba dentro de la capacidad de ejecución del gobierno regional, que tiene un expediente que puede ser ejecutado por Obras por Impuestos y que estamos revisando para ver plazos, tiempos y todo lo demás. Por último, Azángaro está en nuestra zona de transporte de mineral. Por ahí pasan nuestros camiones. Muchos de nuestros trabajadores viven en la región y viven en Azángaro, precisamente. Entonces, hace todo el sentido que mejoremos la capacidad de atención de salud de esta zona indirecta de nuestra operación. Ese es el punto uno.
¿Qué más comprende el convenio marco?
Luego aparecieron otros puntos de ganar-ganar. Hablamos, por ejemplo, de los problemas que trae la minería informal en la región. Y acordamos, claramente, que ese era un problema en el que teníamos que ayudar todos, promoviendo la minería formal. Y está en el convenio. En ese sentido, vamos a hacer labores de promoción de los beneficios de la minería formal en Puno para que la gente entienda la diferencia entre la minería informal y la formal, sepa porqué es bueno formalizarse, y conozca los perjuicios que trae la minería informal. El tercer punto que aparece en el convenio es brindar capacidades técnicas para mejorar las condiciones ambientales en la cuenca del río Ramis, que es la cuenca por donde baja todo el influjo de la minería informal de Puno. Se trata de una cuenca altamente impactada. Nos interesa como puneños ser parte de la solución. Y es un ganar para el gobierno regional, que tiene un problema en esa cuenca; y para la empresa, porque nosotros operamos en esa zona y la gente no distingue de dónde viene el impacto ambiental.
Ustedes también hicieron convenios marco con los distritos puneños de Antauta y Ajoyani. ¿Es la misma estrategia?
Es la estrategia en que empezamos con nuestros vecinos cercanos, Antauta y Ajoyani. Ellos tienen convenios marco y hemos trabajado convenios específicos que están en ejecución. Acabamos de crear una clínica móvil, hemos hecho reconstrucción de viviendas, mejorado parte de la infraestructura pública y estamos trabajando en un expediente para el asfaltado de carreteras. Ahora, lo que viene es trabajar en la zona norte de Puno. El hospital de Azángaro tiene impacto allí, en la mejora de las condiciones de salud de la zona, y también hay un proyecto de carretera que estamos viendo (la carretera Nuñoa-Macusani), complementario a la Carretera Interoceánica, como cuarto punto del convenio marco.
¿Cuál es la visión de Minsur con estos convenios?
Nuestra visión es que, a través de ellos, se ejecuten proyectos que vayan más allá de la autoridad que esté presente. Ya nos pasó en Antauta, que cambió el alcalde y el nuevo está ejecutando el convenio que dejó el anterior. Entonces, es institucionalizar la relación. Es una experiencia que aprendimos de Brasil, donde la relación con la comunidad está altamente institucionalizada, con participación del Estado, que centraliza las negociaciones y que se refleja en compromisos y convenios.
¿Tienen la intención de hacer estos convenios en Ica, donde está su refinería? ¿Y en Tacna?
En Ica, la situación ha sido distinta. Es una región que, de por sí, tiene apertura para la inversión privada. El iqueño, por naturaleza, le da la bienvenida a la inversión. En Tacna estamos iniciando el diseño para el cierre de la operación [de Pucamarca]. Aún faltan varios años para esto, pero sí, queremos formalizar compromisos con la gobernación regional. ¿Por qué no se ha priorizado todavía? Porque el gobierno regional está consolidando su estabilidad. Están terminando de conseguirla para poder sentarnos y conversar de igual manera.
¿Han estimado las inversiones que serán necesarias en Puno y el impacto que tendrán?
Todavía el convenio marco tiene que transformarse en convenios específicos. De hecho, lo que hemos visto e identificado en los temas del convenio es que hay poblaciones que tienen un claro beneficio. Azángaro es una, Nuñoa es otra, y obviamente la población de la ciudad de Puno, porque ante los posibles trabajos de mejora en la cuenca del río Ramis, todo eso termina en nuestro lado del Lago Titicaca.
¿Cómo contribuye esta iniciativa a la paz social en Puno?
Puno necesita paz para seguir, digamos, cerrando brechas. Eso lo saben todos los puneños, lo están sintiendo en este momento, porque los dos meses que perdieron del año han significado un forado enorme en su economía y no han podido afrontar las labores de prevención por la sequía que se deriva del Fenómeno El Niño, lamentablemente. Entonces, todo eso está impactando a la región. Pero nuestra labor es separar la política del apoyo a la población. La convulsión social [que hubo] en Puno es netamente política. Y no por eso vamos a dejar de apoyar a una región que nos acoge y que necesita, en este momento, que la apoyemos.