Las luchas por la emancipación del Perú habían diezmado la producción en la minería. Para fines de la época colonial se explotaban más de 600 minas de plata y 55 minas de oro, y otras de menor producción de cobre y plomo. Era una actividad de pequeñas minas con poco desarrollo tecnológico, pero además las campañas que enfrentaban a patriotas y realistas se extendieron por zonas mineras del centro del país y se fue perdiendo la mano de obra porque la población fue desplazada por los conflictos o reclutada.
Con el inicio de la República, el objetivo era volver a promover el desarrollo de esta actividad y se creó la Dirección General de Minería. Sin embargo, no sería hasta luego de la Batalla de Ayacucho (1824), que con mayor estabilidad en el interior más minas volvieron a producir.
En 1825, Mariano de Rivero y Ustáriz, figura destacada del siglo XIX que se formó como ingeniero y mineralogista en Europa, fue nombrado Director General de Minería y en esa función viajó por las zonas mineras del país para analizar la realidad del sector. Como funcionario, su objetivo era promover el rol del Estado en la economía con una mirada aún proteccionista, pero interesado en aplicar los avances de la ciencia para el crecimiento económico. De este modo, en 1828, De Rivero fundó la Escuela Central de Minería en Huánuco, primer antecedente en el país de un centro educativo dedicado a esta actividad.
Un año después se restableció en Lima el Tribunal de Minería, creado en 1785, pero que había dejado de funcionar, y junto a otras instituciones de tipo colonial como el Gremio de Mineros o la Diputación de Minería mostraron tener más peso en el sector que la Dirección General de Minería, que debió cerrar.
En el libro Compendio de historia económica del Perú, el historiador José R. Deústua señala que a pesar de las guerras de caudillos que siguieron a las batallas por la independencia, en la década de 1830 la minería fue recuperando sus niveles de producción coloniales, existían más de 400 dueños de minas y la fuerza laboral llegaba a más de 18,000 trabajadores.
También comenzaron los bancos estatales de rescate creados para comprar la producción, especialmente de plata, a un precio mayor con el fin de cortar la injerencia en este mercado de comerciantes y financistas privados. Con más del 50% de la producción concentrada en Cerro de Pasco, la minería de plata se consolidó como el sector más importante para la economía nacional, hasta que comenzó el auge del guano.
Deústua detalla que los mineros estaban tan obsesionados con encontrar depósitos de plata que no miraban otros minerales de uso industrial como cobre, estaño y hierro, que también tenían el potencial de ser fuentes de riqueza. El cobre, por ejemplo, estaba vinculado con la elaboración de herramientas y utensilios de cocina. Tenía un bajo valor comercial, y solo a finales del siglo XIX con la construcción de plantas de fundición fue que comenzó a desarrollarse como insumo para una industria a gran escala.
Bibliografía:
–Compendio de historia económica del Perú. Economía de la primera centuria independiente, tomo 4, editado por IEP y BCRP.
–Sociedad, ciencia y tecnología: Mariano de Rivero, la minería y el nacimiento del Perú como República, 1820-1850, de José R. Deústua.
–Historia de la minería peruana, de Mario Samamé Boggio.
–El embrujo de la plata. La economía social minera en el Perú del siglo XIX, de José R. Deústua.