Por Julio Watanabe
Director de Influencia Digital en LLYC
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Permítanme empezar esta columna con una pregunta: ¿se puede hablar de minería en redes sociales de forma clara, segura y positiva, en nuestro querido Perú? Para empezar a responder esta pregunta, es necesario aceptar que la ciudadanía, líderes de opinión y comunidades ya lo están haciendo desde hace mucho, contribuyendo todos a que -con más de 326 mil menciones al año- este tema sea uno de los territorios de conversación más calientes en redes. Entonces, ¿por qué da la impresión de que una parte del sector aún ve su participación en la conversación digital como una opción, y no un imperativo?
Un análisis realizado por el equipo de Influencia Digital de Llorente y Cuenca (LLYC) nos permite comprobar que -con contadas excepciones- hay muchas compañías mineras que no están sacando provecho de la avalancha de información que se encuentra en las redes sociales. La razón, aunque muy válida, podría ser contraproducente. La cautela extrema ante conversaciones negativas de comunidades y perfiles antimineros, lleva a algunas compañías a no contar sus propias historias. Y con eso, están permitiendo que se les arrebate la narrativa y que la realidad del sector minero se juzgue a través del prisma de los prejuicios.
Imagínense por un momento lo que podríamos lograr si, como sector, evolucionamos nuestra comunicación digital. Compañías mineras monitoreando en tiempo real la conversación, tomando decisiones en base a datos, generando sinergias y discusiones productivas, influyendo en los grupos de interés de forma constructiva, y protegiendo así su reputación. Todo dentro de una metodología que nos lleve a comprender mejor a nuestros stakeholders y optimizar nuestras estrategias. ¿Qué nos está faltando para acelerar esta evolución?
Recordemos cómo otros sectores han adoptado las redes sociales en la última década. Comenzó como una curiosidad, una novedad, y ahora, es esencial para cualquier estrategia de negocio. Para el sector minero, el punto de quiebre podría ser la comprensión de que no basta con tener redes sociales, sino que el verdadero “game changer” está en la comprensión y uso predictivo de la data digital para humanizar el sector -desde las personas y solo sus marcas- y así construir un colchón reputacional, mantenerse relevantes y ser competitivos.
Para terminar, hay una forma rápida de comparar y medir el avance digital que planteamos para el sector: el modelo de evolución digital elaborado por LLYC. En nuestra más reciente nota técnica titulada “La comunicación digital del sector minero peruano en el 2023” lo explicamos en detalle, y, estimados lectores, los invitamos a leerlo. Porque finalmente, el camino hacia la digitalización es inminente y es mejor estar preparados.