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El Día de los Ingenieros de Minas

¿Cómo se inició la formación de estos profesionales en el país y cuáles son los retos actuales?

Ingenieros de Minas

El 14 de enero de 1985 se celebró por primera vez el Día del Ingeniero de Minas. Gracias a la propuesta de gremios e instituciones, el Gobierno declaró como oficial esta fecha en conmemoración del 14 de enero de 1875, día que fue el punto de partida para la creación de la Escuela de Ingenieros, hoy Universidad Nacional de Ingeniería (UNI).

Retos y posibilidades

En el primer volumen de Historia de la UNI, de José Ignacio López Soria, se señala que el 14 de enero de 1875 el Congreso autorizó —a pedido del Poder Ejecutivo— la creación de una Escuela de Minas, que finalmente el presidente Manuel Pardo promulgó el 20 de enero. 

Sin embargo, este deseo recién comienza a tener forma más adelante durante ese año, cuando Pardo encarga al ingeniero polaco Eduardo de Habich —quien ya trabajaba para el Estado desde 1869— viajar a Europa con el fin de contratar profesores y conocer las mejores prácticas en la enseñanza de la minería. También, por entonces, una comisión de especialistas en ciencias y letras comenzó a preparar un reglamento general de instrucción que, de acuerdo con los nuevos tiempos, pudiera organizar la educación superior en el país.

La Escuela de Ingenieros, que sumó construcciones civiles a la idea inicial de solo tener una escuela de minas, fue un largo anhelo para que el Perú diera el salto hacia la modernidad. Desde inicios de la República, el trabajo de ingeniero fue primero desempeñado por militares; luego se fue expandiendo a la sociedad civil. En 1853 se dio mediante una ley la primera intención de crear una Escuela de Ingenieros, pero sin fondos suficientes el proyecto no se concretó. No se pudo dar clases, pero sí se cubrió una necesidad: realizar exámenes y acreditar las competencias de quienes habían estudiado ingeniería en el extranjero o que ya contaban con experiencia en diversas obras. 

En 1860, con el reglamento para pertenecer al Cuerpo de Ingenieros y Arquitectos del Estado, y poder así participar de obras públicas, se agrupó a estos profesionales en tres especialidades que correspondían a los intereses de desarrollo que tenía el país: Geografía, Vías de Comunicación e Irrigaciones, y Minas. 

La Escuela de Ingenieros, creada finalmente en 1876, fue la primera institución que desarrolló un plan de estudios específico para la carrera de ingeniería de minas. Entre los cursos que los alumnos debían llevar durante tres años de especialización estaban topografía, dibujo, explotación de minas, metalurgia general, geología y mineralogía, entre otros. La escuela estableció una sección preparatoria, previa a los estudios, ya que estos eran predominantemente prácticos. Los estudiantes recorrían el país para ejecutar planos subterráneos, reunir datos geológicos y analizar minerales en zonas de explotación.

Los retos actuales

Hoy la formación de los jóvenes ingenieros de minas mantiene ese mismo espíritu inicial, pero también se topa con nuevos retos. Los profesionales requieren más conocimientos para adaptarse a la digitalización y a la tecnología que se aplica en una minería sostenible y responsable con el medio ambiente. Por ejemplo, la sección de Ingeniería de Minas de la PUCP instalará próximamente su primer laboratorio de Minería Digital con la intención de brindar con analítica e inteligencia artificial soluciones a diversos procesos en el sector y realizar investigaciones. 

Con respecto a la UNI, Santiago Valverde, decano de la Facultad de Ingeniería Geológica, Minera y Metalúrgica, destaca que para la formación de los nuevos profesionales este centro de estudios cuenta con la acreditación internacional ABET, la cual garantiza la calidad de la enseñanza y la permanente actualización de los docentes. Valverde sostiene que la minería es una industria muy compleja, que necesita de diversas profesiones, de un trabajo en equipo, pero son los ingenieros quienes directamente participan de la generación de riqueza. “Por eso los estudiantes tienen empleo antes de graduarse. Hoy se encuentran con minas automatizadas, más eficientes, y eso hace que ellos tengan también otras proyecciones”, afirma. Como pionera en la formación de ingenieros de minas, esta facultad ha ampliado su oferta académica a seis maestrías y pronto lanzará su doctorado. 

Pero a la par de los conocimientos técnicos se vuelve también indispensable una formación humanista, y una sensibilidad especial para dialogar y fortalecer relaciones con las comunidades de las zonas donde operan los proyectos mineros. En las regiones mineras del país, las empresas han encontrado a través de las universidades un medio para acercarse a los jóvenes, compartir sus preocupaciones, e impulsar con diferentes programas su inserción en una industria moderna y que aporta al desarrollo.