Uno de los grandes temas que marca el futuro para el sector minero energético es cómo los Gobiernos y las empresas están abordando el cambio climático y su impacto. Las compañías reconocen, más que nunca, el riesgo que este fenómeno implica para sus negocios y, por esa razón, recurren a diversas estrategias para ser sostenibles.
En minería
En el sector minero global está claro que la innovación y la digitalización serán aún más importantes este 2023 y los siguientes años. Con innovación, las empresas deben implementar procesos internos para maximizar recursos con un menor uso de energía, agua y capital. Con la aplicación de tecnologías, como la inteligencia artificial, hoy las empresas están acumulando e interpretando datos para una mejor toma de decisiones, una mayor eficiencia y seguridad en sus operaciones. Estos datos, que pueden ser captados por sensores en el proceso de producción, demandarán una mayor protección con soluciones de ciberseguridad que minimicen los riesgos y eviten vulneraciones.
Además, encontrar al talento digital para que tome su lugar en estos cambios será un desafío cada vez mayor. Una manera de conseguirlo es capacitando al personal con más aptitudes, ya que diferentes industrias compiten también por obtener y retener a este talento.
Entre otros riesgos para el sector, según EY, está la evolución de los factores ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza), lo cual exige a los mineros ampliar sus capacidades para gestionar desde la biodiversidad hasta temas de equidad e inclusión, a la vez que se debe fortalecer la relación con las cadenas de suministros, y responder a las expectativas de los inversores en un entorno de nuevos modelos de negocio.
Las mineras, con la intención de descarbonizar progresivamente sus operaciones, están recurriendo a energías alternativas como la eólica o la solar.
En electricidad
En este camino, las compañías generadoras de energía están adoptando a nivel global tecnologías digitales más avanzadas para ampliar su oferta y ser protagonista de una economía libre de carbono. Según el informe “El futuro de la energía”, de Deloitte, en esta década la evolución del sistema eléctrico será más compleja por una demanda creciente de energías renovables y la presencia de estrictas políticas de regulación ambiental.
Otro factor importante para las empresas energéticas será la mayor penetración de los vehículos eléctricos ya que abrirá la oportunidad para participar en el suministro de puntos de recarga.
Sin embargo, en este 2023, la Unidad de Inteligencia de la revista The Economist detalla que el consumo mundial de energía crecerá solo un 1.3 %, en medio de una desaceleración económica. Además, la transición hacia una energía más limpia podría retroceder, ya que algunos países recurrirían a combustibles fósiles por la disminución del suministro de gas natural y fenómenos climáticos.
En hidrocarburos
Mientras que, en torno a los hidrocarburos, la consultora S&P Global señala que frente al conflicto entre Rusia y Ucrania o a las restricciones de China para abordar el COVID-19, entre otros factores, los inventarios globales de petróleo y gas natural, principalmente de GNL, aún deberán buscar equilibrar oferta y demanda.
La consultora afirma que se requerirá otro año o más para que los inventarios, los balances y los precios —todavía altos— vuelvan a un equilibrio más sostenible.
El 2023 se presenta, así, como un año más de transición para retomar el crecimiento que existía en estos tres sectores antes del escenario prepandemia.