En el segundo día del 22 Simposium de Tributación Minero Energética, uno de los bloques presentó el “Tratamiento de los desembolsos de mantenimiento y reparación de activos minero energéticos”.
La problemática surge a partir de la postura de la administración tributaria al momento de calificar a los desembolsos de mantenimiento y reparación de equipos como costos posteriores. Por lo tanto, para la administración tributaria, estos egresos son registrados como activos, y no deducidos como gastos o costos del ejercicio.
“Eso definitivamente genera una diferencia muy grande en el tratamiento contable y tributario, con el agravante que, si la depreciación no está contabilizada, no se admite tributariamente y termina produciéndose una diferencia permanente”, subrayó Álex Córdova, moderador de la mesa, socio coordinador del área tributaria del Estudio Rodrigo, Elías & Medrano, y expresidente del Comité Tributario de la SNMPE.
En torno a esta cuestión, la propia SNMPE había formulado una consulta oficial al Consejo Normativo de Contabilidad, ente rector en el Perú de las normas de aplicación contable y financiera, y además intérprete oficial de las mismas. La respuesta fue clara: todas aquellas erogaciones relacionadas al mantenimiento menor de este tipo de activos, sin importar el monto del desembolso en que se pueda incurrir, y en la medida en que sea de carácter ordinario, rutinario y que su objetivo sea mantener la funcionalidad de estos activos, deben ser deducidos como gasto o costo del ejercicio.
El mantenimiento desde la parte técnica
El mantenimiento de un equipo consiste en todas aquellas actividades destinadas a preservar su funcionalidad, como cuando era nuevo, durante toda su vida útil. Danny Orbegoso, gerente del Centro de Reparación de Componentes de La Joya, de Ferreyros,
indicó durante su participación en el bloque que la preservación de funcionalidad de un equipo implica tres requisitos: seguridad, confiabilidad y productividad o eficiencia. La vida útil, a su vez, es el tiempo de vida estimado de un equipo o de una máquina en el cual uno la puede operar eficientemente.
Para que un equipo pueda concluir su vida útil desde que se compra, quienes hacen el mantenimiento realizan cuatro actividades. En primer lugar, mantenimiento preventivo, que consiste en el cambio de fluidos, aceites, introducir lubricantes, cambio de filtros, entre otras aplicaciones relacionadas al desgaste.
Los componentes menores son aquellos que están instalados, por ejemplo, dentro un camión. El motor que convierte la energía calorífica en energía mecánica que finalmente es trasladada a las ruedas para que se mueva es un componente menor. Por ello, existen mantenimientos referidos a estos componentes.
También existen mantenimientos mayores, aplicados a la estructura del equipo, por ejemplo, al chasis, a la envoltura mecánica. Orbegoso explica que es posible hacer mantenimiento al motor (componente menor). Sin embargo, cuando un caparazón metálico empieza a tener fisuras, a fallar y a deformarse, en ese momento termina la vida útil del equipo. Sin embargo, algunos fabricantes dan la alternativa de realizar el llamado overhaul. Este implica un reacondicionamiento total del equipo, el cual se da al final de la vida útil y permite darle una nueva vida útil, como si fuera nuevo. Evidentemente, se aprovecha el hecho de que la tecnología avanza, mejorando los sistemas de frenado, de dirección, de los motores, e incluso los camiones cada vez son más rápidos y, por ende, más productivos.
Orbegoso mencionó, por último, que la vida útil se determina dependiendo de las condiciones en que la máquina esté siendo requerida. Por ejemplo, en una mina asfaltada, un camión no se va a deteriorar como en una mina con piedras y huecos. También está la llamada severidad de la aplicación, que consiste básicamente en el nivel de exigencia a un camión. Si sube cargado, evidentemente durará menos que si baja cargado.
Medición contable del mantenimiento
Durante su intervención en el bloque, Luis Montero, socio fundador de Aliantza Perú, explicó, en primer lugar, que las transacciones relacionadas al mantenimiento son reflejadas por la contabilidad, cuyas normas buscan mantener la uniformidad y transparencia de dichas transacciones.
Montero indicó que, dentro del razonamiento contable para determinar si una partida es activo o gasto, el concepto de vida útil no tiene cabida. Simplemente debemos remitirnos al marco conceptual. Este estipula que nos encontramos ante un activo cuando se presentan dos criterios de reconocimiento. El primero, que el desembolso genere beneficios económicos futuros; y el segundo, que el costo sea determinable de manera confiable.
Las empresas siguen los lineamientos de las Normas Internacionales de Contabilidad (NIC). Estas exhortan a un discernimiento del monto que se está reconociendo. Y, sin embargo, la SUNAT busca la certeza de dicho monto.
“Las NIC hablan de razonabilidad, no de exactitud. Entonces, las NIC no dicen ‘esto es activo, esto es gasto’. La SUNAT quiere que sea así, pero las NIC no son eso, porque no fueron escritas para el marco tributario peruano. El marco tributario peruano se acoge a las NIC”, explicó Montero.
La NIC-16 distingue tres tipos de mantenimiento, y los llama servicios de mantenimiento y reparación. El primero es el cotidiano, del día a día. El segundo es referido a los reemplazos. El tercero, por su parte, se refiere a las inspecciones. El segundo y el tercero pueden generar activos o no. Sin embargo, va a de depender de las circunstancias y, evidentemente, se debe analizar si cumplen con los criterios de reconocimiento.
“Decir que una partida es activo o gasto no está dada por el tipo de acción que haga la empresa. Está dado por la naturaleza de la transacción”, sentencia Montero.
La medición tributaria del mantenimiento
En concordancia con lo dicho por Montero, Mari Trini Hernani, jefa del Área de Contabilidad Tributaria de Gold Fields La Cima, indicó que un activo debe ser reconocido como tal cuando exista una probabilidad razonable que la empresa obtenga beneficios futuros derivados del mismo.
Como empresas contribuyentes, Hernani exhorta a hacerse dos preguntas. En primer lugar, si esos gastos de mantenimiento o reparación cumplen con el criterio de reconocimiento del activo fijo. Precisó, sobre este punto, que el beneficio económico futuro implica un tiempo adicional a la vida económica del activo.
“Y esto está dado por la estimación que hace la empresa de cuánto le va a durar ese activo, y esa duración va a cambiar de caso a caso. No todas las compañías, no todos los activos son revisados de la misma manera y estimados de la misma manera porque eso dependerá del lugar donde se utilice el activo fijo, de la forma en que sea utilizado, y además de la manera en que sea mantenido o no”, señaló.
En segundo lugar, a consultarse sobre el propósito del gasto que se está realizando. Ello puede ser para el mantenimiento rutinario del bien. También podría ser la reparación de alguna avería que nos permitirá la conservación del activo principal. O, por último, la compra de piezas para añadir o sustituir parte de ese activo. Asimismo, en todas estas acciones, ver si el tiempo de uso se va a incrementar. Esto, señala, se puede determinar a partir de la revisión de los manuales que acompañan a cada equipo.
“En este punto la idea siempre está en mantener los manuales, los documentos que acompañan a la compra de estos activos, para que los podamos utilizar y revisar cómo deben ser cambiadas las piezas. Más que nosotros vayamos a hacer el cambio, es para
saber cada cuánto tiempo se va a hacer y si esto de acá corresponde a un costo posterior o no, y eso siempre dependerá de la estimación que haga el área contable de la compañía”, finalizó.