Desde comienzos del siglo XIX, las calles del mundo se fueron iluminando con lámparas de gas. Londres, en 1807, fue la primera gran ciudad que dejó atrás las antorchas por las farolas. Aunque este alumbrado público seguía necesitando que al llegar la noche una persona encendiera manualmente las farolas y luego las apagara al amanecer.
Pasaron décadas hasta que el 4 de septiembre de 1882 Pearl Street, en Nueva York, se convirtió en la primera calle iluminada artificialmente en el mundo. El visionario Thomas Alva Edison había desarrollado para entonces la bombilla incandescente y también trabajaba en un sistema que hiciera posible comercializar la energía. Fue así que construyó la primera central eléctrica que suministró alumbrado público a las calles y energía a una zona financiera y residencial de Manhattan porque buscaba impresionar a posibles benefactores de su proyecto.
Por esos años, otros proyectos de alumbrado público también se fueron concretando en países de Europa como Francia, España y Rumania. Mientras que, en Latinoamérica, entre 1983 y 1984 se encendieron luces en plazas de Brasil, Chile y Costa Rica. El arribo de la electricidad comenzaba con la iluminación del centro de las capitales y principales ciudades, zonas donde se congregaba el comercio y las sedes municipales y de otras entidades.
En el Perú, las noches finalmente se iluminaron con energía eléctrica el 15 de mayo de 1886, solo cuatro años después que Nueva York, comenzando con la Plaza de Armas de Lima y algunas calles alrededor, a través de una red de cables tendidos sobre postes de madera.
El primer sistema de alumbrado público había comenzado a funcionar a gas en 1855, con Ramón Castilla en la presidencia, y hasta que llegó la electricidad. En la mayoría de las casas limeñas se usaban velas de cebo, candiles de aceite o lámparas de kerosene, pues solamente contaban con luz a gas las casas de las familias con más dinero.
La empresa Peruvian Electric Construction and Supply Company inició la generación de electricidad para el alumbrado público y algunos domicilios con una planta a vapor de escasa potencia. Unos meses después, en noviembre, sucedió el primer apagón en Lima a causa de una conexión clandestina.
En el resto de las ciudades del Perú, la electricidad para las calles y hogares llegó en diferentes etapas. En 1898, la empresa Luz Eléctrica de Arequipa inauguró el alumbrado público de la Plaza de Armas de esa ciudad, pero a Tacna el servicio llegaría recién en 1912.
En general, las industrias, por ser grandes consumidores, atraían la energía eléctrica a sus ciudades conforme aumentaba su demanda. Fue así, que el desarrollo del servicio eléctrico al interior del país continuó avanzando hasta mediados de los años treinta.