Por Patricia Balbuena, Ex ministra de Cultura
El pasado 23 de abril la viceministra de Interculturalidad del Ministerio de Cultura anunció en Juliaca la incorporación de la Central Única Nacional de Rondas Campesinas del Perú (CUNARC-P) a la Base de Datos de Pueblos Indígenas u Originarios (BDPI). Esto permitirá que sea reconocida como una organización representativa de los pueblos indígenas ante el Estado pese a que no todas las comunidades campesinas que conforman la Central lo sean.
A la fecha, no existe informe técnico ni resolución que sustente dicha incorporación. Por lo tanto, no es posible conocer sobre qué base territorial étnica se ha asumido esa representación, a qué pueblos indígenas representa y si las bases de la CUNARC-P se sumarán a la lista de comunidades campesinas o nativas.
Más allá de esas omisiones, es también llamativo que durante años el Ministerio de Cultura no aceptara su incorporación a la base de datos por no considerarla representativa de los pueblos indígenas, sino organizaciones de autodefensa y paz social en ámbitos rurales.
Comunidades y rondas
La BDPI, implementada en el 2013, es una fuente de información para los distintos niveles de gobierno en la elaboración y desarrollo de políticas públicas relacionadas con los pueblos indígenas u originarios que habitan en el territorio nacional. Además, se usa para saber si a estos pueblos les corresponde participar un proceso de consulta previa y cuáles son sus organizaciones representativas.
Los pueblos indígenas u originarios son aquellos colectivos que tienen su origen en tiempos anteriores al Estado, que tienen lugar en este país o región, conservan todas o parte de sus instituciones distintivas, y que, además, presentan la conciencia colectiva de poseer una identidad indígena u originaria.
En el Perú, los pueblos indígenas suelen organizarse en comunidades campesinas y nativas, figuras jurídicas que reconocen su derecho a la propiedad colectiva; mientras que las rondas son organizaciones rurales que tienen como propósito contribuir a la seguridad, la justicia y la paz social dentro de su ámbito territorial.
Las rondas campesinas nacen en Chota, el 29 de diciembre de 1976, en Cuyumalca, como una nueva forma de organización rural frente al peligro del abigeato en los caseríos. Con el tiempo, este modelo de organización se difundió a otras provincias de Cajamarca y, luego, a departamentos donde existen comunidades campesinas o nativas.
Con ello, hay tres tipos de rondas campesinas: las surgidas sobre la base de caseríos, donde no han existido comunidades campesinas, como Cajamarca, San Martín y Amazonas; las surgidas dentro de las comunidades campesinas, como las de Piura, Ancash, La Libertad, Puno y Cusco; y las rondas campesinas de comunidades nativas de la selva peruana o rondas comunales.
Impactos y riesgos potenciales
Al incorporar las rondas campesinas a la BDPI, ellas, a través de la CUNARC-P, se suma a la lista de las siete organizaciones reconocidas por el Ministerio de Cultura como representativas de los 55 pueblos indígenas del Perú.
Esto implica que, al someter una política pública nacional a un proceso de consulta previa, esta organización participe en el proceso, sumándose a los actores con los cuáles se debe lograr un acuerdo. Además, participarían en los procesos de consulta previa que tienen ámbitos territoriales delimitados, como los que se refieren a las actividades extractivas o ambientales.
Desde nuestro análisis, es preciso explicitar que no todas las rondas campesinas corresponden a comunidades reconocidas como indígenas. De hecho, en Cajamarca, la vasta mayoría de rondas no están vinculadas a comunidades indígenas. Segundo, incluso en aquellos lugares donde las rondas sí se desprenden de comunidades indígenas, como en la zona norte de Puno, la inclusión de la CUNARC-P y sus bases puede generar un problema de representación. ¿Si una comunidad en Carabaya es participe de un proceso de consulta previa, los dirigentes con capacidad de arribar a acuerdo serán aquellos que representen a la asamblea comunal o a los líderes ronderos?
Es importante relevar la contradicción que genera para la aplicación de políticas púbicas el que la Central de Rondas sea parte de la BDPI pero que no todas las comunidades campesinas que la conforman sean efectivamente indígenas.
Sin esa claridad, se puede desvirtuar todo el esfuerzo de ordenar la implementación de mecanismos valiosos como la consulta previa y de reconocer derechos colectivos a quiénes no corresponden, generando conflictos intracomunales o de representación.