De la mano del PhD Marino Morikawa, la compañía ya cuenta con las autorizaciones necesarias para delimitar el estado de las zonas de trabajo y proseguir con los análisis de impacto ambiental. Para completar estas acciones, no obstante, se está a la espera de recibir los permisos necesarios para actuar, puntualmente, en la Reserva de Ancón y en la Reserva Nacional del Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guanera.
De acuerdo con la compañía, se viene aplicando un plan de vigilancia activa del entorno medioambiental de la zona afectada por el derrame del pasado 15 de enero. Para la realización de este mapa de impacto ambiental, Repsol ha contratado a empresas internacionales de reconocido prestigio, como son Aiuká, líder mundial en actividades de protección de fauna, y ERM, consultora de referencia en sostenibilidad ambiental.
Todas las acciones de limpieza y remediación en las playas se continúan realizando según estrictas pautas de protección medioambiental. Entre otras medidas, Repsol ha distinguido las zonas afectadas por el derrame dependiendo de sus características de biodiversidad. Esto permite la aplicación de técnicas adecuadas a las características de cada zona, con el objetivo de proteger el entorno, evitando retirar más arena de la necesaria y preservando la biodiversidad.
El equipo especializado en medio ambiente supervisa la aplicación de las mejores prácticas internacionales, denominadas SCAT, que tras un análisis exhaustivo definen las técnicas de limpieza que se deben aplicar en cada playa. Posteriormente, establece cuándo los trabajos de limpieza alcanzan un resultado positivo y en su caso, autoriza la denominación de “Playa Limpia”. A partir de ese momento, la playa pasará a recibir otro nivel de protección, orientado a evitar que pueda mancharse por efecto del viento o las mareas. Finalmente, se realizará la caracterización del suelo y, dependiendo de los resultados, se implementará un plan de remediación en caso de que sea necesario aplicarlo en esa zona concreta.