Pese a la pandemia, la próxima expiración de los contratos petroleros del norte, el anuncio de la renegociación de Camisea y la conflictividad social, la contribución del sector hidrocarburos a la economía nacional es significativa. Sin embargo, hay una serie de mitos que se han tejido en torno a este sector y que empañan su panorama.
Durante el webinar “Gas y Petróleo: Aspectos Económicos y Socioambientales en la región Ucayali”, organizado por la SNMPE, el exviceministro de Energía y director de investigación de la Escuela de Postgrado Gerens, Arturo Vásquez, desmitificó varios de estos supuestos, con el objetivo de demostrar que este sector es clave para impulsar el desarrollo del país.
1. Obtiene muchas ganancias y deja poco para el país
Falso. La industria del gas y petróleo aporta cada año entre Impuesto a la Renta, regalías, impuesto a los dividendos, aportes por regulación, entre 56% y 67% de sus utilidades, según la información recabada por Gerens, Sunat y el Ministerio de Economía y Finanzas. Además, en los últimos 20 años, el sector hidrocarburos ha contribuido con más de S/ 100,000 millones en tributos internos y regalías, lo que equivale a la construcción de 640 hospitales o a 1,470 colegios de alto rendimiento.
2. No genera desarrollo en las regiones
Falso. Según Macroconsult, por cada sol invertido por este sector se generan tres adicionales en la economía peruana, y por cada empleo directo en esta industria se crean seis puestos indirectos. Además, entre 1991 y 2020, se han transferido alrededor de S/ 47,120 millones a las regiones. Solo en el Cusco, por ejemplo, los recursos generados por la industria del gas natural han financiado más del 50% del presupuesto del gobierno regional y los gobiernos locales.
3. El gas natural no beneficia a los peruanos
Falso. Muchos peruanos tienen luz en sus hogares gracias al gas de Camisea, pues un tercio de la electricidad del Perú se genera con gas natural. Además, es la fuente de combustible de más de 180 mil automóviles. A la fecha, 7 millones de peruanos usan gas natural en diez regiones del país. Desde que el gas de Camisea empezó a funcionar, los peruanos han ahorrado US$ 100,000 millones, según Macroconsult, que podrían haber gastado en combustibles más costosos.
4. Es altamente contaminante
Falso. Las empresas el sector responden a altos estándares ambientales internacionales y promueven estrategias de vigilancia ciudadana como monitoreos ambientales participativos. Además, ocho instituciones del Perú regulan y supervisan la actividad del gas y petróleo. A ello, se suman los exigentes controles que ha establecido el Estado para prevenir, mitigar y revertir cualquier impacto ambiental.
5. El modelo boliviano podría ser replicado en Perú
Falso. Este modelo se puso en práctica y fracasó. En 1969, en el Perú había un modelo estatista, a partir de la expropiación de los activos de las empresas privadas en el norte. Se creó así un monopolio del Estado con las actividades de producción, transporte y distribución, así como el control del mercado interno. Sin embargo, en 1973 este modelo fue reemplazado por el modelo Contrato Perú, que permitió atraer capitales extranjeros para la explotación y exploración. Este modelo, replicado en Colombia, Bolivia y Ecuador, llevó al sector a la quiebra en 1990 y, a partir de 1993, fue reemplazado por un modelo de mercado, más competitivo y que atrajo la inversión que necesitaba el país.
6. Es necesaria la nacionalización de los hidrocarburos
Falso. La Constitución de 1993 reconoce que todos los recursos naturales renovables y no renovables son patrimonio de la Nación. Por otro lado, la Ley Orgánica de Hidrocarburos, promulgada en el 2001, estableció que es la empresa estatal Perupetro la encargada de firmar los contratos de explotación y exploración de hidrocarburos en el país.
7. Las empresas pagan un 30% de carga fiscal y se llevan el 70%
Falso. La tasa efectiva de impuestos —es decir, la parte que captura el Gobierno de la renta económica real generada por una inversión durante la vida de un proyecto petrolero— varía según cada proyecto. En América Latina, la carga fiscal supera, en promedio, el 50%. Es decir, por cada 100 soles que produce el sector de hidrocarburos, el Estado se lleva, en promedio, 50 soles. En el Perú, esa carga fiscal es incluso mayor, por lo que aumentarla puede ser contraproducente, desincentivando las inversiones y, en consecuencia, disminuyendo el canon para las regiones.