El XI Simposium del Agua, organizado por la Sociedad Nacional de Minería Petróleo y energía (SNMPE) y desarrollado los días 11 y 12 de noviembre, dejó varias conclusiones sobre los retos y oportunidades en torno a un mejor uso de los recursos hídricos por parte del sector minero energético, en un contexto de desafíos constantes por el cambio climático.
“El agua es un elemento particularmente sensible sobre el cual debemos optimizar las medidas para su gestión y aprovechamiento eficiente y sostenible, de forma que aseguremos su disponibilidad y accesibilidad para las futuras generaciones”, explicó Raúl Jacob, presidente de la SNMPE, durante la charla inaugural, mientras que recalcaba que el Estado debía promover esquemas de alianzas público–privadas para lograr que el modelo de gestión del agua responda a estándares mundiales y trascienda la coyuntura política, incentivando así la eficiencia y la formalidad.
Retos frente al recurso hídrico
Con la promulgación de la Ley de Recursos Hídricos en el 2009 se instauró en el país el concepto de Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH), que se define como una “filosofía de gestión”, que indica que el uso del agua “debe ser óptimo y equitativo, basado en su valor social, económico y ambiental, por cuenca hidrográfica y con participación activa de la población organizada”.
“El principal problema de la GIRH es que no se entiende. El concepto resulta complicado a la hora de que tratamos de implementarlo en la realidad”, explicó Mario López, consultor internacional en Gestión de Recursos Hídricos. El experto señaló que la GIRH debe ser entendida como las intervenciones que los seres humanos hacen sobre las fuentes de agua, con racionalidad, conocimiento y sin daño ambiental, y que debe vincularse con la gestión de riesgos hídricos derivados del cambio climático.
La falta de gobernanza del agua, es decir, la falta de una autoridad capaz de ordenar y controlar lo que pasa en una cuenca es otro problema que afecta a la buena gestión de los recursos hídricos. Esto hace que haya demasiadas intervenciones y pequeñas autoridades paralelas con límites de capacidades y conocimiento. La falta de operación de los Consejos de Recursos Hídricos, al no contar con planes de acción, también complica la GIRH.
Guido Bocchio, gerente Legal y de Recursos Naturales de la minera Southern Perú, explicó que de los 14 consejos que hay en funciones (deberían ser 28) solo 6 cuentan con un reglamento interno y plan de gestión. “Tenemos diez años con Consejos de Recursos Hídricos de Cuenca. La ANA los promueve, pero a un ritmo lento y con deficiencias institucionales. Tienen un marco regulatorio complicado, no muestran avances y están insertos en un incipiente desarrollo subnacional”, agregó.
El ejecutivo también criticó la débil representatividad en la GIRH y que solo haya representantes de los sectores agrario y saneamiento en los órganos de la ANA, pero no de todos los usuarios productivos, entre ellos el sector minero energético.
Planteando soluciones
Lissette Vásquez, adjunta de Medio Ambiente, Servicios Públicos y Pueblos de la Defensoría del Pueblo —cuya función es supervisar a las entidades que protegen el derecho humano al agua—, recordó que el Perú es uno de los países más vulnerables al cambio climático. “Más de 3 millones de peruanos aún no tienen acceso a agua a través de la red pública”, indicó Vásquez. A su vez, añadió que “según el Sistema Nacional de Información de Obras Públicas (Infobras), existen casi 600 proyectos de saneamiento paralizados, y no existen aún estudios adecuados sobre la calidad de las fuentes de agua, afectando las medidas del Estado para enfrentar esta problemática”. Por ello, señaló, es fundamental el fortalecimiento de la ANA.
Vásquez también recomendó consolidar la mirada intersectorial de los ministerios, los gobiernos regionales y locales, y el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) en lo que respecta a las fuentes hídricas, así como lograr que los estados de emergencia declarados por la contaminación de recursos hídricos dejen de ser declaraciones formales. “Para proteger y recuperar los recursos hídricos se requieren planes debidamente financiados que fijen metas a mediano y largo plazo. Se necesita una entidad que haga seguimiento al cumplimiento de metas por parte del trabajo intersectorial”, comentó.
Bocchio, a su vez, explicó que si bien la ANA no tiene capacidad de gasto, sí cuenta con una unidad ejecutora: el Proyecto de Modernización de Gestión de los Recursos Hídricos, que busca contribuir a una gestión integrada multisectorial y participativa de los recursos hídricos en las cuencas hidrográficas del Perú. “La ANA está dando cumplimiento al reglamento con la ejecución de este proyecto que asciende a US$ 61 millones”, señaló. Este no solo permitirá mejorar la planificación de los recursos, sino también un manejo oportuno de los conflictos.
Insistió, además, en la necesidad de desregular a la ANA pues el exceso de normas lleva a la informalidad y al incumplimiento de sus propias directivas.
Una medida concreta para mejorar la administración del agua es la implementación del Centro de Información de Recursos Hídricos por parte del Sistema Nacional de Información de Recursos Hídricos (SNIRH), donde se sintetiza la información de la ANA, pero se integra con la información generada por otros actores relacionados al tema de recursos hídricos.
“Esto nos permite saber la situación de una cuenca. Los tomadores de decisiones van a poder ver estos datos estadísticos y en tiempo real, la información se actualiza día tras día”, explicó Edwin Quispe, director del SNIRH.
Ejemplos del extranjero
El International Council on Mining and Metals (ICMM) presentó en el simposium su Guía de buenas prácticas y reportes sobre el agua. Dawn Brock, gerente del ICMM, explicó que el uso responsable y transparente del agua es parte de los principios del consejo que preside y que debe ser acatado por sus asociados. “Los miembros deben implementar prácticas para una gestión del agua eficiente en sus operaciones y que colaboren con los diferentes stakeholders”, aseguró.
La guía, explicó Brock, tiene cuatro elementos clave para ayudar a sus asociados: transparencia y rendición de cuentas en cuanto el uso del agua; gestión proactiva e inclusiva con el compromiso de los stakeholders; enfoque basado en la captación; y cómo hace efectivo el uso del recurso hídrico mediante el reciclaje y reúso en operaciones.
En su exposición la ejecutiva se centró en la transparencia y rendición de cuentas, que enriquecerán los datos sobre el uso de agua para ser comparables entre compañías. Esto también proveerá información que servirá para evaluar riesgos y oportunidades, y ayudará a las empresas a demostrar su compromiso con los principios del ICMM.
Por su parte, Edmundo Claro, líder de investigación de CSIRO Chile —subsidiaria de la Agencia de Investigación Aplicada de Australia, y que promueve la transferencia de conocimientos y desarrollo tecnológico en diversos ámbitos, como la minería—, compartió la experiencia australiana en la gestión de los recursos hídricos y que viene siendo aplicada, parcialmente, en Chile. Ante la reciente problemática de sequías en Australia, se aplicó el concepto de “ciencia participativa y gobernanza con base científica”, que se refiere a la creación de instancias con legitimidad e inclusivas con las comunidades, pero también muy informadas con “la mejor ciencia disponible” para la gestión exitosa de los recursos hídricos.
Estas instancias, remarcó, están en constante interacción con las partes interesadas alrededor de los proyectos a desarrollarse y en sus diferentes etapas, porque sus intereses frente al agua pueden cambiar con el tiempo. Esto permite tomar acuerdos conjuntos, zanjar diferencias y tomar decisiones de manera transparente.
Otra respuesta de Australia ante la falta de agua fue implementar la Recarga de Acuíferos Gestionada, término que alude al conjunto de métodos utilizados para abastecer de agua a los acuíferos para su recuperación y uso posterior, o para la obtención de un beneficio ambiental. En Chile, aseguró Claro, estas medidas se aplican en las cuencas de los ríos Copiapó, Rapel, Choapa y San Pedro, pero también en el altiplano, en la costa de Antofagasta, en la región Valparaíso y en la zona central del país.
El debate y las acciones para una mejor gestión del agua están lejos de agotarse y se hacen cada vez más necesarias.