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Un mercado eléctrico promisorio, pero con incertidumbre

“Si nos referimos a los deseos, aspiraciones o anhelos del mercado, el primero es que se mantenga el modelo basado en la inversión privada”, aseguró Butrón a Desde Adentro.

César Butrón

El ingeniero mecánico electricista César Butrón, presidente del Comité de Operación Económica del Sistema Interconectado Nacional (COES) desde el 2018, asegura que el crecimiento continuo de la demanda representa una gran oportunidad para el mercado eléctrico peruano, pues asegura las inversiones. Pero, lo que hoy no se sabe es cómo se ejecutarán. “Si nos referimos a los deseos, aspiraciones o anhelos del mercado, el primero es que se mantenga el modelo basado en la inversión privada”, aseguró Butrón a Desde Adentro.

A poco del cambio de Gobierno y tras la pandemia, ¿cuál es la situación actual del mercado eléctrico en el Perú?

Desde el punto de vista de la generación y de la demanda, el mercado se ha recuperado ya a niveles pre-COVID. Inclusive, muestra un crecimiento de 3% respecto del mismo periodo del 2019. La cifra de crecimiento del 2021 frente al 2020 es de 11.7% y brinda una imagen distorsionada, pues la base de comparación es justamente el periodo del 2020 durante el cual la actividad económica se paralizó, en gran parte, por las medidas sanitarias dispuestas por el Gobierno. En lo que se refiere a la situación comercial, todavía se aprecian precios bajos en el segmento de clientes libres, producto de la intensa competencia entre generadores en un mercado con sobreoferta. Pero en julio se producirá un cambio sustancial en la forma de contabilizar el precio del gas natural para los efectos del mercado de corto plazo, con lo cual se espera que los costos marginales del sistema se incrementen de US$ 10 a US$ 25 por megavatio-hora (MWh).

¿Qué oportunidades tiene actualmente el mercado eléctrico peruano?

A mi juicio, la gran oportunidad nace del crecimiento continuo de la demanda. [La demanda] siempre está creciendo, con tasas a veces altas, a veces bajas, pero no deja de crecer. Incluso con la nueva inversión minera paralizada, la demanda de energía eléctrica sigue creciendo. Evidentemente, esto requiere de nuevas inversiones en generación, transmisión y distribución para atender adecuadamente ese crecimiento. Y esta es la gran oportunidad de traer nuevas tecnologías, de crear puestos de trabajo y de activar las economías regionales.

¿Se está atendiendo correctamente este crecimiento?

En generación, no falta oferta. Tenemos todo atendido hasta el 2026. Para ese momento se necesitará nueva inversión y, para que llegue a tiempo, se tienen que empezar a concretar proyectos ahora. Ni bien empiece el nuevo Gobierno tiene que decidir qué proyectos van a priorizar, por lo que dependerá mucho de lo que hagan ellos.

¿Cuáles son los problemas y riesgos de esto?

Todos sabemos que la sobreoferta se acaba en algún momento y que se requieren de nuevas inversiones en generación, que deben anunciarse este año o al próximo para llegar a tiempo, pero nadie sabe dónde invertir o con qué tecnología. Existe la espada de Damocles, que es el proyecto de llevar gas al sur del país. Si este proyecto se concreta a tiempo, con la conversión del Nodo Energético del Sur a gas natural, ya no se requeriría de más inversiones en generación por lo menos hasta el 2032. Si el gas no llega al sur, hay que buscar inversiones en energías renovables que son las únicas que llegarían a tiempo. Pero, mientras no se defina lo primero, no se puede anunciar lo segundo. Alguien podría decir, ¿por qué no asegurarse y simplemente hacer las dos cosas? Pero, aunque no parezca a simple vista, esta situación también implica un riesgo: se volvería a producir una sobreoferta, con la consiguiente paralización futura de inversiones y la aparición de problemas que afectarían al mercado, tal como lo hemos atestiguado estos últimos cinco años.

¿Cuáles son los principales proyectos que se están ejecutando con miras a apuntalar el Sistema Eléctrico Nacional?

El presente año no culminará ningún proyecto relevante. Hay varios proyectos de pequeñas centrales de energías renovables y un proyecto hidroeléctrico convencional en Puno. Ese es otro problema: el enorme retraso que se está produciendo en la ejecución de los proyectos de ampliación de la transmisión, tanto de la transmisión troncal, que depende del Plan de Transmisión elaborado por el COES, como de la transmisión secundaria (a cargo de las distribuidoras), que depende del Plan de Inversiones en Transmisión aprobado por el Osinergmin. En ambos casos, los retrasos están llegando hasta los 36 meses, por lo que, en algunos casos, ha habido que alquilar generación de emergencia a diésel, hasta ocho veces más cara. La transmisión es fundamental. Si se resuelve el problema de generación y distribución, pero no el de transmisión, no servirá para nada, porque la energía no llegará desde donde se produjo hasta donde se consumirá.

¿Dónde radican los problemas allí?

El problema se origina por los controles y requisitos que se han agregado a la Ley de Asociaciones Público-Privadas. Es cuestión de que ProInversión y el Ministerio de Economía y Finanzas aceleren esos procesos. Si esta tendencia sigue, empezarán a aparecer cuellos de botella en el sistema de transmisión que muy pronto pueden llevar a un racionamiento o a sobrecostos elevados. No hay posibilidad de recuperación económica si no contamos con un suministro eléctrico confiable y de calidad.

Y las distribuidoras públicas que no pueden financiar sus proyectos, ¿cómo afectan al mercado?

Las distribuidoras del Estado cubren todo el territorio del país, excepto Lima e Ica. Estas empresas enfrentan una serie de limitantes en todos los ámbitos: remuneraciones inadecuadas, baja eficiencia y efectividad en la gestión logística por la complejidad de la Ley de Adquisiciones y Contrataciones del Estado, y la imposibilidad de financiar sus proyectos de ampliación y mejora con créditos de largo plazo. La Ley está hecha para dificultar las compras y cualquier inversión tiene que pasar por un largo y tortuoso camino de aprobación de tres o cuatro instancias. Todo esto tiene como consecuencia que la calidad del producto y del servicio se esté deteriorando y que, en la zona de concesión de muchas de ellas, exista una demanda reprimida, es decir, la distribuidora no tiene la capacidad de atender todas las solicitudes de nuevos suministros. Si uno va por el norte, por las langostineras de Tumbes o por la agroindustria de Lambayeque o de Piura, se encuentra un montón de usuarios medianos y pequeños —porque los grandes sí tienen las líneas donde haga falta— que, simplemente, no pueden concretar sus proyectos de inversión porque la distribuidora no tiene capacidad de atenderlos. No se avizora ninguna solución en camino y, mientras tanto, el servicio se sigue deteriorando.

¿Cuáles serían las posibles soluciones?

Lo primero, la solución limpia, estructural: privatizar estas empresas. No hay ninguna razón para no hacerlo. Ya en Lima e Ica el negocio está en manos de empresas privadas y no hay forma de que se abuse, que es lo que temen todos los que se oponen a la privatización, porque las tarifas de las distribuidoras son reguladas. Funciona en Lima y en Ica, y tienen mejor servicio. La única razón (para no hacerlo) es el temor político infundado y las posiciones oportunistas de la población local que dice que la empresa es suya y que no se puede privatizar.

¿Cuáles son las expectativas para los próximos años del mercado eléctrico peruano?

Si por expectativas nos referimos a prospectiva o a un pronóstico realista, creo que la palabra que mejor define las expectativas para los próximos años es incertidumbre en todos los aspectos: en cuanto a los precios, al camino a seguir para las siguientes inversiones, la regulación, el cambio de modelo y al crecimiento de la demanda. La incertidumbre no es sobre si (un proyecto) se hará o no se hará, sino sobre cómo se hará. Hay seguridad de que van a venir nuevas inversiones, lo que no se sabe es la tecnología, la política que adopte el Gobierno y las medidas que tome. Si, en cambio, nos referimos a los deseos, aspiraciones o anhelos del mercado, seguramente que el primero es que se mantenga el modelo basado en la inversión privada, que se produzca la recuperación de la economía del país, lo que trae aparejado el crecimiento de la demanda eléctrica que requerirá de nuevas inversiones.