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Cinco claves para una minería en un entorno más conflictivo

¿Qué pueden hacer las mineras para remar en medio de una tormenta que ha puesto en duda el aporte que realizan en pagos y tributos a las entidades del Estado?

Manuel Ayllón

Por Manuel Ayllón Gamarra, CEO de Orange 360

¿Qué pueden hacer las mineras para remar en medio de una tormenta que ha puesto en duda el aporte que realizan en pagos y tributos a las entidades del Estado? Este cuestionamiento, levantado por facciones políticas para desinformar a la opinión pública, es falso. La minería paga el 20% del total de los tributos de las empresas y aporta el 10% del Producto Bruto Interno (PBI), lo cual representa el 60% de las exportaciones y el 16% de la inversión privada.

Sin embargo, pese a la evidencia, el sector minero es uno de los que enfrenta mayores problemas, de acuerdo con el Reporte de Conflictos Sociales de la Defensoría del Pueblo. A febrero de 2021, se registraban 197 conflictos sociales (144 activos y 53 latentes), de los cuales el 65% se relacionaban a problemas socio ambientales, principalmente en el sector minero.

Evidentemente, hay un descontento muy grande, y es muy probable que se agudice por una mala distribución de los recursos públicos. El economista Roberto Abusada, en su libro “El Futuro Esquivo. La Economía Peruana de 2013 al 2020”, refiere que hoy el Estado es más del doble de grande de lo que era hace tan sólo una década, y que ha fracasado en acompañar el crecimiento económico con mejores servicios de salud, educación, seguridad o justicia para los peruanos. Así, mientras el Estado no decida reformarse a sí mismo, todo continuará igual.

Entonces, ¿qué pueden hacer las mineras para remar en medio de esta tormenta? Pues, seguir empujando el vagón y ajustar algunas tuercas.

Mejorar el diálogo con las comunidades. Si bien el 80% de los compromisos acordados en las mesas de desarrollo son de responsabilidad del Estado, según la PCM, buena parte de los conflictos catalogados como socioambientales vinculados a la minería tienen origen en demandas que los pobladores consideran como desatendidas, pero que las mineras han buscado resolver. ¿Dónde está la discrepancia? Probablemente en la falta de un mayor diálogo y en profundizar en las reales causas de los conflictos. Acercarse más a la comunidad para conocer sus problemas permitirá no solo atenderlos adecuadamente, sino prever y evitar futuros conflictos.

Potenciar obras por impuestos (OxI). Si bien las mineras responden por el 40% de la ejecución de las OxI, deben convencer a las autoridades de ampliar el umbral de este mecanismo. En un contexto en el que la contribución de las mineras se va al río del gasto corriente, potenciar aún más OxI y a gran escala será una forma muy poderosa de mostrar a la opinión pública el aporte de la minería.

Comunicar digitalmente, más y mejor. Las nuevas generaciones de comuneros y sus líderes están cada vez más digitalizados, a tal punto que muchas ONG contrarias a la actividad minera los contactan y “capacitan” desde muy jóvenes, desde cualquier parte del mundo, usando dispositivos como un simple smartphone y plataformas como Meet o Zoom. El contacto persona a persona es lo más importante, claro está, pero al momento de ejecutar acciones con rapidez —como organizar una protesta o, quizá, desbaratarla— los medios digitales son una opción poderosísima.

Fortalecer a la prensa. Uno de los aliados estratégicos de la minería es el periodismo. Por ello, en las zonas de actividad minera se debe capacitar y mejorar las competencias profesionales de la prensa, con una currícula completa y realmente efectiva en herramientas de docencia. Los periodistas generan opinión y cuando reciben la información desde un solo punto de vista o son desinformados, trasladan mensajes equivocados a la sociedad, que termina por creerlos.

Deslindar de la minería ilegal o informal. La minería formal genera progreso y desarrollo, respeta los derechos humanos, a la comunidad y al medio ambiente, mientras que la minería ilegal e informal destruye la sociedad, la naturaleza y genera miseria. Hay una línea divisoria entre ambas caras de la actividad extractiva que no está siendo mostrada, por lo que urge comunicar con mucha energía y sensibilidad sobre la diferencia entre ambas.
El desafío es grande, claro está, pero la minería tiene los recursos para enfrentarlo exitosamente.