La inversión privada fue fundamental para empujar la economía peruana. El proceso iniciado en los noventas para transferir al sector privado una serie de empresas y activos estatales logró para el Estado ingresos por US$8,700 millones y compromisos de inversión por US$7,100 millones. En las décadas del setenta y ochenta se habían generado desequilibrios fiscales e ineficiencias, un Estado enorme que no podía sostenerse y que se encontraba al borde del colapso total. Una de las salidas fue convocar a la inversión privada para reactivar la economía e impulsar el desarrollo. Además de que se sumarían los conocimientos y la tecnología necesarios para modernizar las operaciones y aumentar la competitividad.
Con la importante inyección de capitales privados se inició un ciclo de reactivación productiva y modernización de las empresas de los sectores eléctrico, minero, siderúrgico, telecomunicaciones y financiero, entre otros. En especial, la transferencia de activos del sector minero permitió, con el tiempo, sacar adelante proyectos importantes para el país con inversión extranjera que el Estado no podría haber efectuado.
Por décadas una serie de proyectos mineros no tuvo un horizonte claro. Los casos de Cerro Verde, Antamina y Quellaveco son tres importantes ejemplos de cómo la inversión privada consiguió desarrollarlos y generar un mejor escenario económico y social para las comunidades y para el país.
CERRO VERDE
Cerro Verde era una empresa cuprífera, ubicada en Arequipa, que pertenecía a Minero Perú. Sus inicios datan de la época colonial, pero en 1970 el Estado se hizo cargo de la mina. Fue comprada por Cyprus Clymax (Estados Unidos), en noviembre de 1993, por US$ 35 millones y un compromiso de inversión inicial por US$ 485 millones.
Con sucesivas inversiones en infraestructura y desarrollo sostenible, hoy Sociedad Minera
Cerro Verde es uno de los principales productores de cobre en el Perú y tiene más de 5 mil trabajadores directos. Gestionada por la estadounidense Freeeport-McMoRan, que posee el 53% de participación en la mina, produce más del 20% del cobre del país y el 44% del molibdeno.
ANTAMINA
Sus yacimientos eran conocidos desde 1860, cuando Antonio Raimondi documentó sus propiedades en su obra El Perú: itinerarios de viajes. En julio de 1996 se privatizó el yacimiento Antamina, en Áncash, que pertenecía a Centromin. Fue adquirido por Inmet Mining y Rio Algom, ambas de Canadá, por un valor de US$ 20 millones y un compromiso de invertir US$ 2,520 millones en los primeros cinco años en proyectos como la instalación de una planta concentradora, una refinería, un muelle de embarque, entre otras obras.
En el 2001, Compañía Minera Antamina comenzó a producir comercialmente concentrados de cobre y zinc. Y para el 2010 inició su programa de expansión con US$1,100 millones de inversión con el fin de incrementar su capacidad de procesamiento en 38%, aumentar sus reservas y extender la vida útil de la mina. Actualmente, sus accionistas son BHP Billiton, Glencore, Teck y Mitsubishi, y es una de las diez minas más grandes del mundo en términos de volumen de producción.
QUELLAVECO
Quellaveco era un yacimiento que pertenecía también a Minero Perú. Desde la década de los treinta se tenía noticia de la presencia de cobre en esta zona de Moquegua –décadas antes Raimondi también lo mencionó en sus obras-, pero nunca se pudo iniciar su explotación. Finalmente, con el proceso de privatización de los noventas fue otorgado a la chilena Mantos Blancos, filial de Anglo American, por un valor de US$ 12 millones y un compromiso de inversiones por US$ 562 millones.
Anglo American no tenía plazos para iniciar el proyecto y prefirió esperar una mejor condición corporativa y ventajosa en el mercado mundial del cobre. En el 2011 inició una mesa de diálogo con el Gobierno y la comunidad moqueguana para obtener la licencia social y comenzar a construir el complejo minero. Un año después se cerró la mesa con 26 acuerdos –compromisos de responsabilidad social, protección del medio ambiente y gestión responsable del agua– y un fideicomiso social de US$1,000 millones para contribuir al desarrollo sostenible de Moquegua.
Actualmente, Quellaveco está en etapa de construcción y es la mayor inversión minera en el Perú con US$5,300 millones. Solo en el 2020, el 30% de la inversión minera total en el país fue de este proyecto. Será una mina digital y automatizada, con 2.500 puestos de trabajo, y su primera producción de concentrados de cobre -300 mil TM por año- está planificada para el 2022.