- Los colaboradores mineros, usando la tecnología, laboran en un entorno protegido para ellos y sus familias.
Una crisis también es una oportunidad para hacer mejor las cosas y también para dar pasos más decididos mirando al futuro. Eso lo entendió Compañía Minera Antamina, que durante la emergencia sanitaria por covid-19 decidió que procesos productivos clave, como la gestión de flota de equipo pesado, sean supervisados desde el domicilio de los colaboradores encargados de esa función.
Desde antes de la llegada de la pandemia, Antamina ya contaba con una moderna sala de gestión y control de flota mina “Dispatch”, compuesta de sistemas video-wall, equipos de telecomunicación, radio, consolas y sistemas informáticos, sistemas de alertas, entre otros, desde donde se gestionaba todo el proceso de despacho de equipo pesado. Por diseño, estas salas se encuentran físicamente ubicadas dentro de la operación minera.
Sin embargo, la adaptación a las nuevas condiciones sanitarias impulsó la implementación de las estaciones de operación remota (Dispatch) en los hogares de los supervisores de la empresa, quienes ahora cuentan con una herramienta que les permite tener comunicación y visibilidad completa de la operación en la que trabajan, como si estuviesen en la misma sala de despacho en la mina.
Estas estaciones son una extensión virtual de las salas de monitoreo de la operación y posibilitan una mirada cercana a lo que está ocurriendo en ella, y sirven para la toma de decisiones con la mayor claridad e información posible. En ese sentido, se implementaron sistemas de ciberseguridad para la conexión a los sistemas de la mina, así como de comunicación radial, basados en la sólida infraestructura tecnológica desarrollada por la empresa.
MÁS TIEMPO SEGUROS
Sin duda, los más beneficiados fueron los propios supervisores de Dispatch, quienes siguen siendo trabajadores valiosos para la continuidad de las operaciones de Antamina, desde la seguridad de su hogar, evitando hacer traslados — ahora innecesarios— a sus centros de labores, con el riesgo de llevar el virus a su familia y a sus compañeros de trabajo.
“Puedo trabajar desde mi casa, a más de siete horas de viaje, gracias a la tecnología”, expresa uno de los supervisores, Víctor Valera.
“Controlar toda la operación desde oficinas ubicadas en la ciudad era un proyecto a largo plazo. Ahora es una realidad desde nuestras casas”, añade Emmanuel de la Cruz.