- La ingeniera Licia Calixto Ayala venció todas las vicisitudes de la vida hasta llegar a trabajar en la empresa GMP.
“Nací en el caserío de Socosbamba, del distrito de Piscobamba, provincia de Mariscal Luzuriaga, región Áncash. Ahí jugaba entre árboles y ruiseñores, a 3000 metros sobre el nivel del mar y bajo un cielo azul inmenso sin imaginar que, años después, llegaría a ocupar el cargo de Ingeniera de Seguridad y Medio Ambiente en Terminales del Perú, la Unidad de Negocio Transporte & Distribución de GMP.
Solo la perseverancia y las ganas de cumplir mis sueños me llevaron a labrar un buen perfil profesional. Apenas salí del colegio, estudié una carrera corta en la sede central de Senati en Lima, pero mis deseos de superación me llevaron a seguir la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión de Huacho.
Fueron años de dedicación al estudio. En mis vacaciones trabajaba. Mis padres y mis hermanos venían a visitarme. Por supuesto mi madre siempre me preparaba mi plato favorito: el picante de cuy con mote de trigo. Son momentos que jamás se olvidan.
MUNDO LABORAL
Fue una fiesta cuando me recibí de ingeniera, aunque sabía que empezaba otra etapa difícil. Después de realizar prácticas profesionales y laborar en una industria textil en Lima, fui contratada como supervisora de Producción en una empresa de alimentos en la capital. Planificaba las actividades y supervisaba en línea los productos alimenticios.
En setiembre del 2011, recibí la propuesta de trabajar en una empresa contratista que brindaba servicios de mantenimiento a GMP, para los terminales de Cusco y Juliaca.
Me dijeron que el trabajo era en el Cusco, pero eso no me incomodó. De inmediato dije que sí. Tampoco me intimidé cuando me percaté de que era la única mujer en este centro de labores. Como asistente del ingeniero residente, preparaba presupuestos, elaboraba reportes diarios, llevaba al día el cuaderno de servicios del proyecto y controlaba la tarea del personal.
En el 2012 asumí el puesto de supervisora de Mantenimiento. Me asignaron más responsabilidades. Yo estaba feliz. Siempre me esforzaba por cumplir a cabalidad mis obligaciones operativas.
El punto de quiebre se produjo en el 2013, cuando GMP me invitó a formar parte de su familia laboral. No lo podía creer. Me contrataron como supervisora del Terminal Mollendo (Puerto de Matarani, Arequipa).
Supervisaba las actividades operativas (recepción, almacenamiento y despacho de combustibles) y de mantenimiento y proyectos (trabajos de alto riesgo). Asimismo, aseguraba la disponibilidad y confiabilidad de los equipos.
Ese interés que le ponía al trabajo tuvo su recompensa. En el 2015 fui destacada a la oficina principal de Lima, al área de Proyectos. Con el tiempo, asumí el puesto de Ingeniera de Seguridad y Medio Ambiente. Hasta que, en el 2017, me destacaron al Terminal Callao, uno de los terminales más grandes del Perú, operado por el consorcio formado por GMP y Oiltanking, denominado Terminales del Perú, responsable de la distribución del 23% del combustible que mueve al Perú.
LA SEGURIDAD
Mi centro de labores es seguro, saludable, con valores y pilares bien establecidos. En julio del 2020, la empresa ha sido reconocida por segundo año consecutivo como una de las mejores industrias para trabajar por Great Place To Work. Asimismo, en agosto nos reconocieron entre las mejores empresas para jóvenes profesionales Perú 2020, en el estudio Employers For Youth.
En GMP, todos los días se brindan charlas pre operacionales, se inspeccionan y renuevan equipos de protección personal y de bioseguridad; por mi parte, brindo soporte en la gestión de seguridad ocupacional y seguridad de procesos para que las operaciones sean mas confiables, seguras y sostenibles. Además, en este periodo de emergencia sanitaria me aseguro del cumplimiento de los protocolos establecidos en el Plan de Vigilancia para la Prevención de covid-19.
La única finalidad de todas estas medidas de seguridad es cuidar al recurso más valioso de la empresa: sus trabajadores. Por supuesto, también se trabaja para no dejar de abastecer de energía al país, que la necesita para seguir impulsando su desarrollo”.
MÁS DE LICIA CALIXTO
- Tiene 34 años y, cada vez que puede, viaja 13 horas hasta Socosbamba para reencontrase con su familia.
- Colabora con la educación universitaria de sus hermanos menores.
- Dos de sus metas es ejercer la docencia universitaria y emprender un negocio personal.